«Es bueno que los jóvenes poseídos por la lujuria vayan a los burdeles, en vez de tener que molestar a las esposas de otros hombres» Catón el Viejo.
En este mundo raro, macondiano, el sentimiento de culpa que se le imputa a aquellos quienes ejercen el rol de la prostitución, termina siendo un juicio injusto, ya que en el fondo la mayoría tenemos un pensamiento algo promiscuo, hoy podemos tener una filiación política, afectiva y económica y mañana podemos migrar a otra diferente a veces hasta radical. Por ello es normal encontrar sujetos que expresen algún signo de rareza como Roy Leonardo, quien en algún momento promulgó ideas uribistas y actualmente es un converso perteneciente a las huestes santistas, eso no significa que no posea el derecho como cualquiera, aún él, a que si se le da la gana pueda votar por quien desee.
Algunas personas dicen llamarse defensores de la coherencia, aunque su comportamiento difiera en el teatro de la realidad, se lleva a escena a un personaje que opta por llamarse de x manera y éste en su acto refleja una condición distinta, que no le alcanza para pasar a la siguiente ronda, no eriza al público que desea cautivar, el enojo de los que pagan por ver se refleja en el malestar social, porque no ven las obras de infraestructura, no ven las cien mil casas, pareciese que a las locomotoras se les acabó el combustible o tienen un desperfecto mecánico de fábrica, aunque la reparación de estos aparatos la suelen hacer inversionistas extranjeros, y serán ellos quienes reciban los réditos de nuestra economía. Sería conveniente entonces, revisar la privatización de Ecopetrol, quien actualmente es el principal proveedor de los ingresos nacionales, Ecopetrol será vendida al mejor postor, signo que evidencia que Colombia es cada vez menos nuestra y más de aquellos conglomerados.
Es tal la influencia de lo económico que se habla de la mermelada, un endulce que se traduce en recursos y prebendas, para apoyar al candidato que tiene la potestad del dinero, por ello es perjudicial la perpetuidad de una persona en el poder, ya que las ideas pasan a un segundo plano y queda la sensación de que se compró un periodo más, parece que con el pretexto del ejercicio democrático, éste se desvirtuó y entró en el juego de lo lucrativo y queda muy poco de la esencia, ya no se compite por ideales, sino de quien tenga mayor capital, por lo tanto se hacen alianzas que muchos no entienden, pues diría la gente ‘ilustre’ la política es ‘dinámica’.
Es triste ver como los ‘lideres’ domestican a sus ‘seguidores’, adiestrándolos a ver un país en blanco y negro, entre buenos y malos, como si esto fuera una película de ficción, la realidad es que si los colombianos no reaccionamos y seguimos adormecidos en la miseria, seguirán aprovechándose los astutos que usan la ignorancia del pueblo para prostituirlo. El día de elecciones este tipo raro de votantes, cumplen fielmente las órdenes de su proxeneta, se maquillan y se visten del color que el cliente requiera, y luego vuelven mansamente a su vivienda.
¿Es necesario tanto espectáculo? Como diría Noam Chomsky: “No es un gran secreto que la concentración de la riqueza lleva muy rápido a una concentración de poder político” Pretenden con ello, hacernos creer que cuando ganan ellos, gana el pueblo y entonces ¿Dónde ésta la ganancia? Seamos honestos, los que han pasado por la Casa de Nariño se ocupan de mejorar la calidad de vida, claro la de sus más cercanos menos la de los colombianos o ¿es acaso Colombia un país modelo en el mundo? Las pruebas PISA por ejemplo, ubican a Colombia como uno de los peores países en el tema educativo, esto debe responder porqué aún se continúa eligiendo con tamal, perdón tan mal, en nuestro país. Como expresó José Alfredo Jiménez, el pobre campesino, el desvalido, preferirá decir échame a mí la culpa de lo que pase, que lo que prometiste se te olvidó, que allá en el otro mundo en vez de infierno encuentres gloria… esperemos por fin poder cantar “cesó la horrible noche, la libertad de Ublime”, no de Uribe, y esto solo se dará cuando seamos capaces de retirar la mermelada de nuestra mesa.