…«Es la misma historia de siempre», comenzó ella un momento después. «Nosotros ponemos el hambre para que coman los otros. Es la misma historia desde hace cuarenta años.»…
Apostando de gallo en gallo, muchos han perdido hasta sus vidas, como el jugador empedernido y obstinado, que guarda la febril esperanza de ganar con el gallo al que apostó, es lo que se le quiere escribir al Coronel, para que abandone ese vicio de apostar cada cuatro años, porque aún cuando lo neguemos ese Coronel es nuestro espejo. Créalo Coronel…
…«-Todo el mundo ganará con el gallo, menos nosotros. Somos los únicos que no tenemos ni un centavo para apostar.
-El dueño del gallo tiene derecho a un veinte por ciento.
-También tenías derecho a que te dieran un puesto cuando te ponían a romperte el cuero en las elecciones -replicó la mujer-. También tenías derecho a tu pensión de veterano después de exponer el pellejo en la guerra civil. Ahora todo el mundo tiene su vida asegurada y tú estás muerto de hambre, completamente solo. » …
No es que no quiera escribirle Coronel, pero usted sabe que seguimos en la utopía político religiosa, esperando al Mesías Uribe o Santos, que nos llevarán al paraíso a obtener el alimento, la prosperidad y seguridad democráticas, pero esos gallos aunque ganen, su apuesta estará amañada gracias a ese veinte por ciento, ese CVY, que compra y vende dignidad y conciencia. Y seguimos en las mismas como Usted
…« -Si el gallo gana -dijo la mujer-. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el gallo pueda perder.
-Es un gallo que no puede perder.
-Pero suponte que pierda.
-Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso -dijo el coronel.
La mujer se desesperó.
«Y mientras tanto qué comemos», preguntó, y agarró al coronel por el cuello de franela. Lo sacudió con energía.
-Dime, qué comemos.
El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:
-mierda. » …
Así es, a comer mierda, porque votaremos en algunos días, y la situación poco habrá cambiado, y nuestra terquedad hará que sigamos aferrados a esos gallos, obligados por el desespero y la miseria, cumpliéndose con ello la profecía garcíamarquiana.
*En homenaje al maestro Gabriel García Márquez, tomado de la novela El coronel no tiene quien le escriba, Editorial sudamericana.