Por: Cristhian Ayala

El momento político actual, nos dictamina que es la democracia uno de los debates más resonados y el eje nodal de las problemáticas que hoy vive el país, las capturas masivas de campesinos, la destitución de Gustavo Petro, la amenazas paramilitares, la criminalización de la protesta, la inhabilidad de políticos y profesores universitarios, entre otras cosas dan razón de la discusión sobre la participación política en el País, que ya hace mucho desbordo el escenario de los diálogos de La Habana entre las FARC-EP y el Gobierno Nacional.

Por supuesto las universidades y los centros de educación superior no están por fuera de este debate, y hoy la educación está de cara a la pelea por la democracia y las garantías de participación en Colombia. Lo primero sería anotar como hoy los claustros universitarios (salvo algunas excepciones) presentan un desinterés generalizado por abrir la discusión frente al papel de la comunidad en los rumbos de la universidad, estos niveles de despolitización ocurren gracias a los dictámenes del BM y el FMI, junto a lacayos nacionales que implementaron reformas académicas al interior de los centros de educación superior, con base en políticas como la de “estamos enseñando demasiado”, hoy tenemos un sinfín de estudiantes y profesionales de mercado, que basados en una tajante separación entre lo político y lo académico, han dejado los senderos de la universidad, al gran capital transnacional, golpeando de manera lesiva el principio de autonomía y desligando académicamente las universidades de las problemáticas del país.

Con nuestras universidades abstraídas de la realidad, las grandes elites del país aprovechan para reglamentar órganos de gobierno que en términos de intereses son a su imagen y semejanza, consejos directivos, consejos superiores, consejos académicos, órganos de facultades y departamentos que tienen como razón fundamental seguir apartando la universidad de la excelencia académica, seguir ejecutando las dinámicas de autofinanciación en las que ha  maldecido el estado a los claustros académicos, en pocas palabras seguir desarrollando las universidades del mercado, las universidades de “clase mundial”.

Se hace necesario entonces volver a retomar las apuestas por el cogobierno en las universidades, que sea la comunidad universitaria entendida como estudiantes, docentes y trabajadores los que determinen los rumbos financieros, académicos y administrativos de la universidad, se deben construir procesos constituyentes en las universidades que refunden la forma de ver la educación en el país, apuestas como la Constituyente universitaria de la Universidad Distrital, el Congreso Universitario que están impulsando los representantes estudiantiles en la Universidad Nacional, entre otras, contribuyen a desarrollar ejercicios de democracia en los centros educativos, y de esta manera devolver los fines misionales que las reglas del mercado arrebato a las universidades por completo.

Es con organización, protesta y propuesta que los estudiantes, profesores y trabajadores pueden consolidar un poder constituyente y construir nuevas formas educativas en Colombia, que estén en consonancia con los requerimientos del país, su población y la solución de las causas estructurales del conflicto, los estudiantes organizados en la MANE demostraron en el 2011 tener una gran capacidad destituyente al derrumbar la reforma 112 de educación superior, hoy la dinámica misma del país nos exige apostarle a escenarios constituyentes desde los diversos sectores sociales, y por supuesto el sector educativo debe estar ahí.

T@CristhianUN