Sí, esto es una fiesta. Vestida de amarillo, azul y rojo. Donde cada una de las personas, la celebran a su manera. Gritos, saltos, y aplausos. Unas vuvuzelas que empiezan a sonar mucho antes de que empiecen los partidos, son el eco que la acompañan. El comercio crece, pues en cada esquina por la que caminamos, hay ventas de camisas gorros, matracas y todo lo que queramos adornados de la tricolor. Esta fiesta se termina en medio de espuma y hasta maizena, porque de allí limpio, no se vale salir. Ni siquiera la lluvia es impedimento para celebrarla y para vibrar con cada gol, pues hasta ahora no hemos sabido que es perder.
Esta fiesta que se vive en todo el mundo, no deja de sorprender a los espectadores, un mordisco por parte de un jugador a otro, que ya fue hasta analizado por psicólogos, memes, infinidad de publicidad, canciones alusivas, comentarios de todo tipo, hashtags y miles de fotografías, son hoy todos los tipos de recursos, que unen al mundo, por una sola razón y un solo sentimiento, el futbol.
Mientras tanto, nuestro país vive un carnaval. De ninguna manera la violencia podría estar conviviendo con el Mundial, a pesar de ello se registran riñas, por ello es entendible las medidas que se levantan al momento de ver y celebrar un partido. Es cierto que muchos no recordaban la alegría que hoy disfrutamos y que mi generación tiene unos vagos recuerdos al respecto de esta fiesta, pero no por eso todo se debe llevar al extremo. Celebrar con prudencia, también es algo que debemos tener en cuenta, el alcohol está siendo prohibido y debe seguir siendo prohibido, acompañarlo con esta celebración, no es una buena combinación.
Juegan once y celebran millones, pero celebremos de la mejor manera. Ojala esta alegría continúe, ojala también este patriotismo que hoy corre en todos nosotros no dure solo por unos días, ver que todo somos uno, es increíble y mientras tato ¡que siga esta fiesta tricolor!.