Un 13 de agosto de 1999, siendo las 5:30 de la mañana, callaron a tiros la risa y las críticas políticas de Jaime Garzón. Yo tenía nueve años cuando por noticias vi el cruel asesinato, claro que a esa edad no alcancé a comprender la dimensión de su muerte, recuerdo eso sí, que el país se estremeció y que las personas lloraban como propia la tragedia. Sin embargo, recuerdo que junto a mis papás y mi hermano, solíamos ver El Noticiero Quac, y aunque no entendía mucho las críticas y los personajes, me entretenía por la simpatía con la que presentaba su comedia.
Entonces crecí y empecé a conocer más de Jaime Garzón y así entendí el llanto de muchos colombianos y ahora digo ¡cómo no llorarlo!, fue un hombre que como muy pocos fue valiente, simpático y sin duda demasiado inteligente. Era de esos hombres que en verdad se pensaba el país de otra manera e invitaba a lucharlo. No fue hijo de una clase o casa política, fue un hijo de la patria que intentó hacerla respetar desde su sinceridad y humor.
Pero la violencia evitó incomodidades y de la manera más vil, decidió apagar la vida de un hombre diferente, quizá el llamado a cambiar el rumbo del país. Si hoy estuviera vivo, seguro estaría aprendiendo muchísimo de él y ojalá trabajando a su lado.
Jaime hace falta y mucha, el país lo quería porque lograba unir opiniones de ricos y pobres en una constante crítica del manejo del poder en el país. Fue el primero en reconocer que la paz se hace con el enemigo y que para superar las diferencias es necesario sentarse a su lado y llegar a acuerdos por el bien de todos nosotros, pero eso hace quince años era visto como un acto de traición.
Cobardes son aquellos que matan a los que piensan distinto, que callan a los que prefieren estar al costado izquierdo de la opinión, cobardes son aquellos que dan plazo de vida a los grandes líderes, así como lo fue Jaime Garzón, quien un 13 de agosto de 1999 tuvo su último plazo de vida.
El que aún nos hace reír a través de sus memorias, nos sigue dejando el mensaje de querer el país, de no ser indiferentes, de luchar por lo nuestro y sobretodo de no dejar que nos sigamos desangrando con balas de injusticia e indolencia.
Hoy que se cumplen quince años sin Jaime Garzón, quiero recordarles uno de sus legados: “Sí ustedes los jóvenes no asumen la dirección de propio país, nadie va venir a salvárselo, ¡nadie!” Y así es, basta ya de quedarnos quietos mirando cómo le hacen daño al país, en honor a uno de los más grandes líderes de los últimos tiempos en Colombia, los invito a quedarse y trabajar por lo nuestro, porque si todos nos unimos para ayudar, las cosas seguro cambian, esto no es tarea única de los políticos, no.
Gracias Jaime por tanto, quince años de impunidad.