El pasado 20 de agosto se cumplió un año desde que las FARC reconocieron por primera vez que el conflicto armado en Colombia ha dejado miles de víctimas. Actualmente, las cifras superan los seis millones de afectados por diferentes ataques violentos y abusos. Es increíble, pero aunque se ha tenido que soportar más de medio siglo de conflicto, hasta ahora resulta que de verdad tienen reconocimiento y, como sucedió hace unos días, pudimos ver a las víctimas en las mesas de negociación.
En el camino de la paz hay dos caminos para las víctimas del conflicto: por un lado, perdonar a quienes cometieron actos deplorables y aceptar la reconciliación, buscando la paz colectiva; y por otra parte, no perdonar y tal vez abrir paso para que estas personas sigan siendo los causantes de tantas escenas de violencia.
Sin duda, la paz tiene un costo doloroso, pero el valor de la guerra es aún mayor. El deseo de justicia, que tal vez pueden tener los afectados de la guerra, debe controlarse para permitir que en esta balanza prime el valor de la paz. Por ejemplo, el reto del perdón lo vivió Constanza Turbay, quien tuvo que vivir la masacre de su familia. Después de años de espera, logró el encuentro con el jefe de las FARC, Iván Márquez. Resultan sorprendentes sus palabras respecto al diálogo, pues reconoció que es un paso a la reconciliación. No muchos en su lugar pensarían de manera razonable.
Todos los colombianos estamos involucrados como víctimas, bien sea directa o indirectamente. Hemos tenido que soportar daños de infraestructuras, la presencia de las FARC en las carreteras, niños involucrados en la guerrilla y ser juzgados en el exterior por culpa del narcotráfico. Sin embargo, pensar en el bien común es el aporte y la muestra más evidente de las víctimas para demostrar que en Colombia necesita un nuevo tiempo. Visto desde este punto y si realmente hay una verdadera muestra de arrepentimiento por parte de estos grupos armados y una intención de reconciliación, restauración y paz, seguramente el futuro de los Colombianos será mucho mejor, una vez se haya firmado la tan anhelada paz en Colombia.