Desde las aulas y las calles ha resurgido en Colombia un movimiento estudiantil fuerte, que ha estado en capacidad no solamente de confrontar decanos o rectores bajo gobiernos universitarios que siguen siendo dinasticos y escolásticos, y ni siquiera al Presidente de la República o a sus (ya en plural) Ministras de Educación, sino que ha sido un movimiento caracterizado por la creatividad y la diversidad, lo que le ha permitido ser ante todo, propositivo, y revivir la promesa de llevar la imaginación al poder. Su iniciativa partió de la construcción de un Programa Mínimo para confrontar los elementos nodales de la fallida reforma a la ley 30, presentada por Juan Manuel Santos en el año 2011, pero no se redujo a eso. Luego de obligar al presidente a reversar dicha iniciativa de ley, inició la construcción de un proyecto de ley alternativa de educación superior, en conjunto con profesores, estudiantes y trabajadores de todas las universidades del país. Un proceso que muchos no habíamos visto jamás en un movimiento social en Colombia.
Esa es la génesis de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil –MANE-, el movimiento estudiantil que hace ya tres años marcó un precedente importante en la lucha social en Colombia, no solo por demostrar que es posible un modelo educativo distinto y alternativo al de la OCDE, el FMI y el Banco Mundial, sino además, por demostrar que la democracia no reside exclusivamente en los escenarios formales de participación, sino que le pertenece al constituyente primario en capacidad de defenderla y movilizarla con organización en paros, protestas y demás escenarios de lucha callejera, en la que no se usurpa el voto de las gentes, sino lo más profundo de su corazón, y más aún, de su esperanza.
Hoy una nueva generación de estudiantes universitarios, quizá algunos que vivimos el 2011 con asombro y emoción cursando ya algunos semestres de la universidad, otros desde sus últimos años de colegio, donde los medios de comunicación, quizá algunos profesores y los miles de padres y madres de familia que se pusieron del lado de los estudiantes, les mostraban con admiración lo que hacíamos los estudiantes en abrazatón, desnudatón, besatón, carnaval, marcha de disfraces, etc.
Enfrentamos ya no una ley en concreto, sino una Política Pública, que han llamado “acuerdo”, pero que ya hemos dicho no lo es, al menos no con la comunidad universitaria. La dicotomía sigue siendo la de hace tres años: educación con ánimo de lucro contra educación como bien común, educación para el neoliberalismo contra educación para la libertad, educación para la guerra contra educación para paz.
Para ello, el movimiento estudiantil debe revitalizarse, refrescarse y volverse a llenar de iniciativa; sin miedos pero sin afanes; sin miedo al desencanto, pero sin excesos de confianza; innovando, pero sin dejar nunca de lado el aprendizaje de casi 100 años de movimiento universitario en Colombia.
Las organizaciones estudiantiles deben tener iniciativa, superar miedos y recomponer sus agendas.
Desde la Federación de Estudiantes Universitarios se hará el 4to Congreso Nacional, del 2 al 5 de octubre en la ciudad de Cali. Este espacio abierto por una de las principales organizaciones estudiantiles del país, debe ser, como hace tres años, un insumo que no le sirva solo a la FEU, sino que tienda al fortalecimiento de esta organización y, con ello, al del movimiento estudiantil en su conjunto. Fundamentalmente a una perspectiva de Unidad y creatividad para derrocar los vestigios de una educación anacrónica,, caduca y tendiente a la mercantilizacion del conocimiento y su acceso. Los estudiantes de Colombia deben ser sembradores de una nueva educación emancipadora, que subvierta las lógicas de autoritarismo, despojo y militarismo, y ayude desde la educación, a sentar las bases de la soberanía, la democracia y la paz, tan necesarias como esquivas.
El reto está en poder empezar una hoja de ruta de los estudiantes colombianos para recomponer la movilización callejera, para volver a salir a las calles, pero además para poder entregarle –al fin- a los estudiantes de Colombia, la organización estudiantil unitaria que algún dìa habremos de ver en Colombia.
Que sea un espacio para la educación, para la unidad, para la integración, pero además para la paz, porque la de los estudiantes es bien distinta a la de Santos y eso debe ratificarse todo el tiempo. Los estudiantes de Colombia no podemos darle la espalda a los apremios de nuestra sociedad y esta clama un cambio en el modelo, que debe construirse entre todos y desde nuestras cotidianidades. No es otra la esencia del proceso constituyente que debemos emprender desde las aulas y las calles.