Ya no cojea la justicia Colombiana como se dice coloquialmente, ahora se cae. Son tropiezos de un sistema que lentamente se ahoga en el abandono Estatal. La tutela, una herramienta jurídica que tienen los Colombianos con el fin de proteger sus derechos ante la inevitable vulneración, tiene un plazo establecido para su respuesta y la Corte Constitucional hace revisión de ellas, es la garantía del Estado de Derecho para que funcione el orden y se preserven los derechos.
Banco de tutelas, así se pueden llamar las bóvedas que en la corte son usadas para guardar éstas mientras se les suspenden los términos; sin embargo, de no haber una solución pronta, cementerio será el nombre, puesto que desbordan la capacidad de los juristas para resolverlas; de esta forma, con la llegada de 1.500 tutelas diarias a este organismo, y en coherencia con la advertencia presentada con anterioridad respecto del riesgo físico del edificio, una de las bóvedas colapsó. Cual tragedia invernal que causa en Colombia cientos de deslizamientos, fue necesaria la ayuda incluso del personal de seguridad para levantar los expedientes.
Si 1.500 tutelas llegan a la Corte diariamente, en un año llegan 534.000 acciones de tutela, ¡medio millón!, ¿dónde está el Estado de Derecho que solucione ágil y prontamente tales peticiones? Ahora bien, ¿dónde está el Estado de Bienestar que evite que sea necesario casi que rogar, mediante herramientas jurídicas, por las condiciones mínimas de vida? Este débil y torpe Leviatán está lejos de garantizar los derechos fundamentales a los Colombianos, incapaz incluso de garantizar el cumplimiento de las mismas tutelas, puesto que los incidentes de desacato están en aumento, las empresas y organizaciones no respetan el Estado, y con él la ley que es suprema a estos entes que, en muchos casos esperan, hasta que en sus últimos intentos el poder público logra, medianamente, garantizar los derechos, justo cuando la obligación de cumplir lo dictaminado en las tutelas supera, evidentemente, la voluntad de hacerlo.
Primero eran los enfermos los que tenían que estar en los pasillos de los hospitales, muriendo lentamente, recordando que se interpone una tutela en salud cada dos minutos, pero ahora son las tutelas, que como ya no caben en las bóvedas del Palacio de Justicia, están ahora en sus corredores, cual si fuera un hospital en crisis; acaso ¿nuestro sistema judicial y de salud coinciden en que ya no sólo se muere la gente en los pasillos de los hospitales, sino también sus acciones legales en el Palacio de Justicia?
¿Qué sería entonces de muchos compatriotas sin la tutela?, a pesar de que los derechos fundamentales están, en su mayoría, contemplados en la constitución política, la herramienta que los hace eficaces es la tutela, sin ésta creo firmemente que las EPSs estarían fuera de control, pues la legislación colombiana necesita dientes, es decir, instrumentos que le permitan regular a estas empresas y a muchas otras; sin esta herramienta jurídica, que permite al ciudadano común defenderse ante maquinarias que lo sobrepasan abrumadoramente, los derechos serían una obra literaria cercana a ganar un Nobel, escritos en la constitución política del país, como un texto de fantasía pero sin ninguna aplicabilidad.
Ahora bien, como muchas de las soluciones que se realizan en Colombia son coyunturales, es decir, se solucionan los síntomas pero no las causas, espero que esta vez no se proponga que la solución sea invertir dinero en la mejora de la infraestructura física del edificio y que así aguante la cantidad de tutelas que a éste llegan. Considero que el sistema judicial Colombiano necesita cirugía urgente, pero seguramente habría que instaurar una tutela para que sea realizada. ¿Y el dinero para la solución? Seguramente provendría de una reforma tributaria que cargue de impuestos a la clase media, como es de esperarse.
La justicia necesita un doliente, una reforma profunda que garantice la accesibilidad a ésta por parte de los ciudadanos, así mismo el país merece garantías de vida, son imperantes reformas al sistema de salud, para que prime el derecho a la vida antes que el negocio, también un sistema pensional que tenga por fundamento la equidad, y así, en parte, descongestionar al sistema judicial, sin mencionar las reformas que este mismo necesita. El país político, desentendido de la realidad, no puede seguir abusando del país nacional. De este modo, el colapso de una bóveda con expedientes, es la punta de un iceberg con bases profundas que afectan a todo el país. Hoy se derrumban los bultos con tutelas en el Palacio de Justicia, ¿será que mañana temblarán, infortunadamente, los pilares de nuestra democracia?