Por: Laura Rodriguez

Muchas opiniones controversiales se levantaron luego de escuchar la nueva propuesta del alcalde Gustavo Petro, quien propone llevar a cabo la construcción de vivienda de interés prioritario (VIP) en sectores de estrato alto el norte de Bogotá, para ser adjudicadas a víctimas del desplazamiento en Colombia.

Las principales quejas de diferentes sectores, entre ellos los residentes de estos barrios, se refieren a lo descabellada que resultaría esta idea, pues los habitantes de estas zonas tendrían dificultades para relacionarse con personas que han vivido bajo situación de desplazamiento; además, teniendo en cuenta el alto costo de vida que paga un residente de estrato alto, en el cual se debe tener en cuenta: mercado, pensión, listas escolares, impuestos, servicios públicos, vigilancia y demás. Resultaría imposible mantenerse económicamente, más si estas personas no cuentan con empleo formal que garantice ingresos constantes y acordes al sector donde residirían.

Por otro lado, hay quienes defienden esta idea, afirmando que se trata de un paso para lograr la igualdad y también que estas personas tienen todo el derecho de adquirir este tipo de viviendas en estos sectores de la ciudad, sin ser excluidas.

Ambas partes tienen razón, en varios aspectos, sin embargo, lo que es totalmente evidente es el prejuicio inherente en los ciudadanos, nos lleva a juzgar y a tomar decisiones o a enunciar una opinión en tales asuntos políticos y sociales. En primer lugar, cuando se anunció esta medida, muchos ciudadanos nos imaginamos un sector invadido por personas de mala apariencia física, tal vez con malas costumbres, entre otras características. Pero son pocos los que se detienen a pensar en los antecedentes reales de cada una de estas personas.

Hablando en una ocasión con una familia que vivió esta situación de desplazamiento y que actualmente vive en la localidad de Ciudad Bolívar, pude comprender mejor esta problemática, pues afirmaban que eran poseedores de tierras, ganado y demás riquezas; sin embargo, tuvieron sólo unas horas para huir dejándolo todo, pues de no ser así hubiesen perdido su vida. Después de esto, es muy difícil volver a iniciar y recuperar lo perdido, y aún más, en una ciudad como Bogotá.

Tomando el anterior ejemplo, se puede afirmar que cuando hablamos de desplazados, no necesariamente estamos hablando de personas que nunca han tenido riquezas, al contrario, la mayoría de ellos vivía en perfectas condiciones; tampoco se trata de personas que representen un riesgo para la seguridad del sector. No quiero negar los problemas que traería esta propuesta, pero hay algo que no es claro aún, si tanto se habla de buscar equidad, ¿Por qué nos seguimos llenando de prejuicios, juzgando a estas personas como lo peor, sin conocer su situación? Tal vez es la idea individualista que nos marca.

T. @lau94rodriguez