“Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada”. Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Naciones Unidas, 1993.
Cada 25 de noviembre se conmemora el asesinato de Las Mirabal, tres hermanas de origen dominicano, reconocidas por oponerse radicalmente a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Por tal razón, este día se ha tomado como la fecha en que se recuerda el rechazo hacia todo tipo de violencia contra la mujer.
Y es que la violencia contra la mujer ha tomado niveles exorbitantes e inaceptables, tan solo en Colombia, a la fecha, han llegado a registrarse cerca de 1.500 homicidios; en Bogotá, según Medicina Legal, cada tres horas una mujer es agredida sexualmente; para el año 2013, cada trece minutos una mujer fue víctima de violencia de pareja y el 73% de las mujeres violentadas, nunca denunciaron su caso.
Son bastantes las campañas para decirle ¡No! a la violencia de género, pero a pesar de ello, se siguen presentando casos macabros, como el de Rosa Elvira Cely, un crimen que ya muchos, quizás, habrán olvidado; o los miles de casos de trata de personas, donde la mayoría son niñas y adolescentes, estos actos de violencia de todo tipo, dejan ver que estamos muy lejos de llamarnos humanidad.
Lo peor de todo, es que sin muy lejos, la mujer sigue viéndose como un objeto sexual y muchas veces, la figura femenina se reduce a un solo prototipo de belleza. ¡Eso no puede seguir pasando más!, las mujeres hemos demostrado que somos capaces de liderar grandes causas y de todo tipo, de levantar hogares solas, de abrirnos espacios donde antes era impensable y sobretodo de jamás permitir callar la violencia hacia nosotras.
No considero que sea necesario un discurso feminista y radical para que todos entendamos, lo cavernícola que es todo tipo de agresión hacia los mismos de nuestra especie o hacia las demás especies con las que convivimos en el planeta. No debería existir, una protección especial para la mujer, pero creo que la humanidad a pesar de su evolución, necesita recordársele cada vez que se pueda, que las mujeres no podemos ser tocadas violentamente, ni con el pétalo de una rosa.
Hoy más que siempre, le digo ¡No a la violencia contra la mujer! y quiero que comprendamos que la solución empieza por nosotras mismas, denunciado cualquier tipo de agresión, eliminando prácticas machistas y haciéndonos valer por lo que realmente somos. Seguro lo lograremos.