Por: Alberto Díaz

“-La desgracia consiste – continuó Skreta –  en que uno está rodeado de idiotas. ¿Tú crees que en esta ciudad hay alguien a quien pueda pedirle consejo? Las personas inteligentes viven en el más absoluto destierro.” … Milan Kundera – La despedida (1976)   

Soy muy malo para cualquier despedida, mi carácter melancólico hace que sean un poco dramáticas y nostálgicas, van en contravía a las animadas despedidas que ofrece el Concejo de Bogotá al son de Wilfrido Vargas, pero ¿quién no quisiera tener una fiesta en honor a su ardua y complicada labor?, no es fácil para cualquiera defender los intereses de quienes financian sus carreras políticas, mientras que los ciudadanos seguimos viviendo en el caos que hemos elegido vivir, la solución no es recoger regalos en navidad o llevar cenas navideñas, la solución es elegir bien, deberíamos reprimir por un momento la puta que llevamos dentro y hacer un esfuerzo para que el voto tenga algo de valor y no solo el monetario.

Lo más nocivo de las despedidas es el mirar atrás, es algo inútil, es perder el tiempo, pues nada se puede cambiar, lo que nos hace menos bisoños para continuar con lo que el destino nos tiene preparado, ya no podemos reparar nuestras acciones como elegir tan malos gobiernos, que nos han llevado a ser un pobre país, somos el resultado de una infértil generación, que por sus “ideales” de “igualdad” llevaron para atrás a nuestra nación con el apoyo de unas élites hambrientas de poder, cambiamos de gobiernos para seguir iguales, somos la crónica de una muerte anunciada.

El país que despedimos este año es un fiasco, basta con mirar el sistema de salud, judicial o de educación,  en todos el balance es terrorífico, solo nos quedamos hablando de lo que pasa en la Habana, pero ¿quién puede despedir al Presidente por su incompetencia?; por otro lado, los señores de la guerra: las Farc, deberían concluir su espectáculo bochornoso en tierras cubanas, dos años son más que suficientes, desen por bien servidos al tener una sentencia judicial discorde contra tanta gente a la que por “error” le causaron daño, ya es hora de despedir una guerra tonta donde los que menos han ganado son los colombianos que tanto gobierno como guerrilla dicen “defender”.

Se puede embellecer una despedida para hacer creer que las cosas van por buen camino, que vamos avanzando, que las locomotoras del progreso nos atropellan, por ello vi con pavor la alocución del presidente Santos rodeado de niños, y pensé ¿cuánto le habrán pagado a cada uno de estos infantes por participar en este spot publicitario?, ¿cómo vamos a asegurarles un futuro a estos pequeños, si la calidad de nuestra educación es la peor?,  porque con o sin conflicto les hemos dado y estamos dando la espalda a las nuevas generaciones, quienes sufrirán las consecuencias de un mundo político donde todo se negocia y mercantiliza sin importar el bien colectivo.

Despedimos un año e hizo falta una sincera disculpa, un abrazo abierto y unas palabras, sea cual sea el balance del final, la función debe continuar, y con un acto de fe podemos seguir a pesar de la mega alza en el salario mínimo, a los combustibles y la canasta familiar, espero que este nuevo año les permita ser peores personas, para seguir llevando al caos a un país que es digno de sus dirigentes pues sus ciudadanos son peores que ellos.

T. @betodiazb