Me levanto, me despierto, aunque no lo quisiera reconozco que estoy aquí, es verdad. Un agudo sonido me hace despertar en otra casa, en otra cama, viendo mis ojos en otra cara. Camino al baño descalza, me miro al espejo y tengo los parpados hinchados son las 5:00 am debo arreglarme hoy el cabello (media hora mínimo de mi tiempo) y no tengo ganas de nada, hoy la desmotivación es mi mejor amiga.
Desempaco de mis maletas lo primero que la vista me muestra, sé que no combina, pero hoy poco o nada me importa, estoy asimilando que desperté sin despertar, porque estoy en donde no pensé estar de nuevo.
Tengo miles de planes, mi película iba avanzando y les pusieron un stop a ciegas que me hizo estrellar, es como si te pinchan los globos en el piso 14 cuando ya no sientes que debas llevar paracaídas… Pues sí, hoy escribo en la derrota, porque no todos los días pueden ser buenos, la vida nos cambia en un segundo, la felicidad es una utopía, porque pocos conozco a los que la felicidad les funcione como un sinónimo de equilibrio. La felicidad es bipolar, una visita pasajera, una nómada que viene por días y sin avisarlo cuando se le da por irse, no avisa, ella simplemente agarra sus cositas y abandona.
Analiza Alejandra ¿Qué pasa? tú ya viste esta materia, se supone ya aprobaste este examen ¿Qué te da tristeza? ¿Retomar y hacer de nuevo lo que ya tenías chuleado en el “Check list de casos superados”?
¡Pues aterriza!, una vez más intenta entender lo que nunca has querido aprenderte, lávate la cara y sal a enfrentarte aunque no tengas fuerzas, a nadie le enseñaron y ya estabas advertida, así funciona el mundo y la vida, esa es la lección.
– LECCIÓN 1
6:50
Ya estoy en mi sitio de trabajo me quedan 10 minutos antes de entrar a reunión, tomo un café, me siento, prendo el computador, el estómago me resuena y siento un vacío en el pecho, es como si despertara sin nada allí adentro, reviso mi celular: ni un mensaje, ni una llamada; la cabeza en otro sitio, mi cuerpo aquí sentado, mi ánimo casi tan abajo como si fuera capaz de llegar al núcleo de la tierra, literalmente.
Un trago de café, un suspiro, un poco de pestañina y comienza el día, entro al edificio y exteriorizo el antónimo de lo que siento (nostalgia), sonrisa de un lado al otro, saludo a «Lili» la portera, paso por el detector de metales y así comienza la cuenta regresiva para estar otra vez de nuevo metida en mi cama, sin nada, sin nadie, acurrucada, sumergida, en un encuentro conmigo misma.
Me restan más de ocho horas para eso y entre tanto suena la alarma, ya es hora de la reunión, tomo el ascensor rumbo al piso 14 y decido en mi mente que dejo mis tristezas en el piso 1 de este edificio, es como si me quitara la chaqueta y con ellas mis penas y mis desilusiones, se me fueron como arena entre las manos miles de sueños que el mar se está llevando y no lo puedo detener.
He aquí un ejemplo de lo que dicen cuando hablan de llevar la procesión por dentro y hacer de tripas corazón, yo sí que se dé eso… Por favor que alguien me dé un premio, no es fácil, ni sencillo y yo ya tengo el máster, el doctorado, la experta en asimilar las sorpresas, las traiciones, soy yo. El libreto ya me lo sé, es pasar por el mismo camino una y otra vez sin poder quitar las espinas.
-Se acabó el tiempo, ya comenzó el día…
Tan solo quiero que se lleve ese sorbo de café mis tristezas o que el perfume caro de estos señores encorbatados me haga olvidar lo que siento, para que se pasen los minutos rápido, que se consuma el tiempo, porque aunque no quisiera, allá abajo me espera mi realidad, mi chaqueta, el piso 1 y con ellos mis desconsuelos…