Por: Lorena Castañeda

Convención sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento, Producción y Transferencia de Mina Antipersonal y sobre su Destrucción, artículo 2 .“Por «mina» se entiende todo artefacto explosivo diseñado para ser colocado debajo, sobre o cerca de la superficie del terreno u otra superficie cualquiera y concebido para explosionar por la presencia, la proximidad o el contacto de una persona o un vehículo.

Historias leí a diario sobre la crueldad de la guerra, pero de las minas antipersonales quizá las que más recuerdo. En este momento pasan por mi cabeza los relatos de los campesinos, cuando contaban que sus niños habían perdido alguna parte del cuerpo por una mina de camino a la escuela, otras de niños jugando y luego perdiendo la vida por rescatar su balón en medio de un campo minado. Y es que la película “Los Colores de la Montaña”, no es una ficción a la hora de revolcar la realidad de nuestros campesinos.

En el año 1997 Colombia firmó la Convención de Ottawa (Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonales y sobre su destrucción), pero solo es hasta el 01 de marzo de 2001 cuando la Convención entró en vigor en nuestro territorio. Lamentablemente, el alivio sobre este tipo de terror no ha tenido un feliz término.

Colombia es el único país del continente americano donde se siguen utilizando las minas de manera sistemática, según UNICEF. Todos los actores del conflicto armado las han usado, incluyendo las fuerzas armadas. Para el año 2003, el 13% de las víctimas fueron niños. El impacto ha sido tal, que para el 2006 llegaron a presentarse más de 1200 casos de víctimas de minas antipersonales. En total Colombia ha presenciado 10.272 víctimas de artefactos explosivos, según cifras del Programa Presidencial contra las minas. ¡Es aterrador!

Por eso recibo con agrado la declaración de Humberto de la Calle, del pasado viernes 07 de marzo de este año. Me permito citar parte de ella, porque la considero de gran relevancia para la paz que a gritos piden nuestros campesinos.

Mi mensaje hoy es para los niños de Colombia. Para los niños que viven en el campo. Para los niños que corren el peligro de morir o quedar heridos por la explosión de una mina cuando caminan a la escuela o cuando juegan en un parque. A partir de hoy el Gobierno y las Farc trabajaremos conjuntamente para limpiar algunos territorios rurales de minas terrestres y municiones sin explotar. Esas minas que le han quitado el sueño de vivir a miles de personas en nuestro país. A cientos de niños, a cientos de miembros de la Fuerza Pública que han sido víctimas de ellas.

A los negociadores les digo que debemos defender las escuelas como territorios de paz, que los caminos sigan estando llenos de los cantos de la naturaleza y no por los estallidos de las minas antipersonales. Las escuelas no pueden ser nunca más, trincheras de los grupos armados. Las escuelas no pueden ser los centros de mando de la guerrilla. Nuestros niños campesinos tienen derecho a jugar sin miedo y sus padres a labrar la tierra sin tener que temer porque explote algún artefacto.

¡Educación libre de guerras, educación para la paz!

Twitter. @Lore_Castaneda