La penosa situación que atraviesa Nicolás Gaviria, producto del episodio que protagonizó en estado de embriaguez en un reconocido bar, lo tienen hoy sometido al escarnio público. Como un completo charlatán y farsante se caracteriza ante la opinión pública Nicolás, pues su agresividad y sus mentiras han sido lo que capturó la atención del país en la última semana.
Si bien la conducta de este joven es reprochable, ameritando una denunciada y un castigo, considero que no se han documentado suficientemente los hechos que precedieron la «riña», pues en defensa de su desfasada y pedante actitud con la autoridad, Nicolás argumenta que fue víctima de abusos en la tarifa que le cobraba el taxista que lo transportó y abusos por parte de los guardias de seguridad del Bar.
Ahora ya sabemos quién es usted Nicolás, infortunadamente se dio a conocer mostrando su peor versión, hasta una ex reina y ex novia suya, aprovechó la coyuntura para dar declaraciones que también dejan en evidencia la arrogancia que lo caracteriza.
Sin embargo, ahora que sé quién es usted, le quiero comentar que otra sería su situación si en efecto hubiese sido familiar del ex presidente Cesar Gaviria, o por lo menos él lo hubiese reconocido como tal. Esto, sin ánimo de incluir a Gaviria en el paquete de quienes abusan de su poder para trasgredir la institucionalidad, dado que no tengo constancia alguna de algo parecido por parte del ex presidente. Aunque lo cierto aquí, es que los apellidos políticos sí tienen gran influencia sobre la autoridad, pero usted resulto ser un mitómano que no contaba con dichos nexos familiares, y por eso no han generado cortinas de humo en su defensa.
Entonces, así como le agradecemos a Camila Abuabara que haya dejado en evidencia la crisis del sistema de Salud en Colombia, yo le agradezco a usted, Nicolás, porque su espectáculo nos sirve de reflexión en cuanto a la falta de regulación de las tarifas de los conductores de taxis, así como la arbitrariedad con la cual actúan algunos guardias de estos establecimientos de la zona rosa, asumiendo que porque mencionan «Nos reservamos el derecho de admisión», pueden ir golpeando e insultando a los transeúntes.
Del mismo modo, quiero reparar en cuanto al temor y negligencia que se puede observar por parte de la policía, a ejercer su legítima autoridad sobre un personaje como usted, quién se ufanaba de un apellido con vínculos políticos y poder, lo que revive episodios semejantes con el senador Merlano o el hijo del presidente de la corte. En efecto, encontramos que la policía se encuentra permeada por el temor hacia las ¨figuras públicas¨, pues se hallan sin garantías para cumplir su deber frente a estas circunstancias que traspasan la institucionalidad, dado que no sería justo juzgarlos de estar vendidos a la elite política de Colombia, porque estamos en un país donde una amenaza como la de enviarlos a prestar servicio al Choco, resulta creíble. Lo anterior, sin ánimo de satanizar dicha región ni su población, pues el Choco se menciona de forma peyorativa en el video.
Por último, insto a las autoridades para que Nicolás Gaviria reciba un castigo ejemplar, basándose en el Principio de Humanidad del derecho penal, donde se menciona que «ninguna persona responsable castiga por el pecado ya cometido, sino para evitar que se cometa en el futuro».