Por: Lorena Castañeda

Algunos se hacen los mártires cuando les dicen que probablemente en Bogotá y en muchas ciudades y municipios del país, hay generaciones que le quieren dar un adiós a las corridas de toros, a las corralejas, a las novilladas, y en general a cualquier escenario que se alimente del maltrato de un animal.

Los taurinos se victimizan y dicen que acabarán con una minoría, que se está atacando el derecho al trabajo. Si fuera por ese argumento, también deberíamos defender el derecho al trabajo de los sicarios y asesinos a sueldo, al fin y al cabo, ellos también se alimentan de un acto violento y cruel. Ahora, los amantes de la “fiesta brava” en Colombia, dicen defender una tradición cultural que en primer lugar no es propia y segundo, evoca una época cavernícola de la humanidad, donde el hombre no entendía su relación con la naturaleza y los animales que lo rodeaban.

Los que defienden un cambio una manera diferente de ver el orden de la vida y la naturaleza, traen al debate un argumento progresista, que según la Real Academia Española es: “1. adj. Dicho de una persona, de una colectividad, etc.: Con ideas avanzadas, y con la actitud que esto entraña, más no el significado que Gustavo Petro le dio a esta palabra. Ellos proponen darle fin a un espectáculo público del que se alimentan uno pocos y darle espacio a actividades culturales propias. Lo anterior, con el propósito de ser respetuosos con los demás seres vivos con los que vivimos en el planeta.

¿No cree usted que es justo acabar con ese escenario de muerte y parafernalia? ¿No le gustaría que al menos en Bogotá, la Plaza Santamaría fuera usada para conciertos, teatro o prácticas deportivas? ¿Eso en vez de ver a unos cuántos tomando whisky y gritando olé? ¿Quiere que sus hijos vean cómo algunos se mofan de la muerte de un animal que no quiere pasar sus últimas horas tratando de defenderse?

Mi generación y muchos de mis antecesores, queremos pedirle a ese grupo taurino que así como Colombia, a través de un plebiscito (1957) reconoció los derechos políticos de la mujer de elegir y ser elegida, también reconozcamos a través de una decisión democrática (consulta popular), que los animales son seres que sienten y que nunca fueron cosas, ni bienes inmuebles, una definición tan vieja como el mismo código civil.

Seamos progresistas (en el verdadero sentido de la palabra) y hagamos de este planeta un lugar más amable para todos, eliminemos tradiciones de barbarie y creemos espacios para propiciar una cultura de paz y amor en los más pequeños. No olviden que los niños siempre están observando lo que hacemos hoy, pues esas serán sus actitudes de mañana.

¡Toros si, toreo no!

Twitter. Lore_Castaneda