Por: Lorena Castañeda

El pasado 23 de septiembre, cuando públicamente se dió a conocer la fecha de la terminación de los diálogos que se adelantan entre los representantes del gobierno y las F.A.R.C., decidí publicar en mis redes sociales la foto del apretón de manos entre el presidente Juan Manuel Santos y Timoleón Jiménez (Timochenko), por supuesto esto desencadenó una serie de comentarios a favor y en contra del significado de este momento.

Muchos de los comentarios se referían a la alegría que sentimos al ver que nuestras esperanzas puestas en estos diálogos no son en vano, que al menos, hablar de paz siempre será mejor que derramar lágrimas por culpa de la guerra. Sin embargo del otro lado, estuvieron los comentarios desafortunados e incrédulos, a los cuales quiero dedicar este escrito.

Cuando a usted no le toca la guerra es fácil seguir hablando de “derrotar” al “enemigo” con ataques violentos, de parar este conflicto de cualquier otra manera menos con el diálogo. Y eso pasa precisamente porque usted es quizá una persona, de las pocas, que no ha vivido el conflicto en carne propia. Tal vez usted no sabe lo que es vivir la desgracia de perder un ser querido en un combate, en una toma guerrillera, en un secuestro, con una mina antipersonal, del lado de los buenos o del lado de los malos.

Así que quiero compartirle dos relatos de personas que tuvieron que vivir los horrores de la guerra y que seguramente, hoy desean más que usted y yo, que sus territorios estén libres de la violencia que tanto los ha hecho sufrir.

“ En esa época en que andábamos nosotros de ahí para acá, claro, el campesino es el que lleva del bulto, unos porque les gusta y otros porque les toca, así de sencillo. Porque llega un grupo paramilitar aquí a la zona, por ejemplo, aquí a Trujillo y póngale la cantidad de muchachos que se van para allá. Y al que no le gusta pues le toca. Entonces, uno, gústele o no le guste tiene que colaborar.” Testimonio 7.

“Constantemente hemos sido señalados de pertenecer a la guerrilla, al ejército, al narcotráfico o a los paramilitares. Siendo víctimas de constantes invasiones ideológicas (religiones, partidos de derecha y de izquierda, instituciones del gobierno y privadas, ong, entre otras) que confunden a nuestras comunidades.” Consejo Regional Indígena del Cauca.

Los dos anteriores testimonios fueros recogidos en el Informe General del Centro Nacional de Memoria Histórica, llamado “¡Basta ya!”, el cual relata el origen y las transformaciones del conflicto armado colombiano, como una manera de anclar en nuestra memoria lo que significa vivir o sobrevivir a los actos más irracionales de la guerra.

En este grupo de víctimas siempre me incluyo. Al igual que muchos, sé qué es sentir el frío que deja el paso del conflicto armado en alguno de los nuestros, por eso siempre prefiero hablar de una paz a partir del perdón y la reconciliación, que una paz que nace muerta desde una trinchera o desde un fusil.

Quisiera que los que critican los diálogos de paz que adelanta este gobierno, pensaran aunque sea por un minuto, en los relatos que les relacioné. Vivir la guerra desde cuerpo ajeno siempre será una ventaja, pero no por eso se puede ser egoísta y pensar que la única salida a la guerra es más guerra. Sólo por hoy piense en las víctimas, solo por hoy piense más en su país que en usted.

Twitter: @Lore_Castaneda