Al pasar los días de las campañas políticas que decidirán los destinos de Medellín y Antioquia hay varias cosas que quedan claras. Los egos y personalismos se han puesto, parcialmente, por encima del bien mayor: el futuro del departamento y la ciudad. Y es que el Departamento de Antioquia concentra uno de los mayores potenciales económicos del país y la Ciudad de Medellín uno de los capitales políticos que apalancarán las elecciones presidenciales de 2018, en las cuales se dará otra batalla entre Santismo, Uribismo y Fajardismo. Cuando los intereses personales trascienden la búsqueda del bien común se pueden augurar desde un principio los perversos resultados que tendrán en el accionar político y colectivo.
Al parecer la región empezó campaña desde el 2014 bajo la premisa de una muerte anunciada. Todo inició con el conflicto sobre si se lanzaría Alonso Salazar para luego continuar sobre si su destino, que a veces parecía improvisado, sería la gobernación o la alcaldía; mientras se tenía claro que el populismo amenazaba el departamento, el exalcalde finalmente prefirió lanzarse a la alcaldía. De este modo, la campaña inició viciada de forma, por la manera en que se llevaron a cabo las decisiones, causando daños en la búsqueda de un logro que a veces parece más personal que colectivo; Claudia Restrepo y Luis Bernardo Vélez fueron dos aliados que perdió Salazar por problemas de forma, más no de fondo. Así pues, se conformó una candidatura en oposición a las decisiones que se habían tomado en el piso 12 de la Alpujarra, que sugerían a Federico Restrepo como candidato a la gobernación y a Federico Gutiérrez a la alcaldía. Con el pasar del tiempo el GEA, que ha apoyado a los últimos 3 alcaldes de la ciudad se encontraba dividido no sólo entre la que sería la primera batalla entre el Uribismo y el Fajardismo, sino dentro de este último. Compromiso Ciudadano tenía dos candidatos a la alcaldía de Medellín, al igual que el Centro Democrático, Alonso Salazar y Federico Gutiérrez; y Juan Carlos Vélez y Federico Gutiérrez, respectivamente. Mientras los Fajardistas iniciaron la campaña con Gutierrez como candidato oficial, y luego con Salazar, los segundos, los Uribistas, siempre tuvieron como oficial a Vélez, aunque nunca negaron su cercanía con Gutiérrez.
Sin embargo, desde un principio la opción del Fajardismo fue abiertamente los Federicos y sólo fue hasta la llegada de Alonso Salazar al panorama electoral que su presión logró disolver esta alianza. Momentos en los que incluso se creía que habría alianza entre el Centro Democrático y Compromiso Ciudadano para evitar una victoria del Santismo, a manos de Luis Pérez en la gobernación; aunque, lo anterior no ocurrió, ninguno de los dos podía permitirse no tener candidato a nombre de su propio partido o movimiento en su tierra natal, en su bastión político.
Cuando la alcaldía se vio amenazada por el incremento sustancial que tuvo Vélez y por la maquinaria que había consolidado Rico surgió la iniciativa ciudadana de Equipo Medellín, con la opción de unificar 3 candidaturas: Salazar, Prieto y Gutiérrez, una alianza tripartita que cambiaría los destinos de la política antioqueña y que seguramente no sólo pondría el próximo alcalde de la ciudad sino que apalancaría a Federico Restrepo a la gobernación al tener a su disposición no sólo los equipos de campaña de las candidaturas a alcaldía (Medellín decide la mitad de los votos de gobernación), sino que permitiría que figuras como Salazar, desgastadas por su anterior paso por la administración, pero con alto reconocimiento fuera de la ciudad, pudieran dedicarse a promover a Restrepo como gobernador. En últimas, sólo Prieto renunció y se adhirió a Fico; mientras que, entre las filas de algunas campañas y sus recorridos se observa como las de Restrepo y Salazar se distancian y hay un nuevo acercamiento de los Federicos. El fracaso de Equipo Medellín fue la gota que rebasó la copa para muchos participantes de la campaña electoral.
Cuando empezó la campaña las críticas a Salazar radicaban en todos los amagues que tenía y en cuanto no parecía seguro de su aspiración, tanto respecto a si se lanzaría a alcaldía o gobernación e, incluso, si continuaría hasta el final su campaña. Ahora, faltando dos semanas para las elecciones los rumores continúan, hay bastante presión de distintos sectores políticos que buscan la renuncia de Salazar y su adhesión a Federico, se rumora que también presenta un déficit financiero en la campaña y que, por ello, estuvo muy abierto a la opción de la renuncia; críticas profundizadas ante la no asistencia a uno de los debates televisados más importantes, la silla vacía de Salazar en Teleantioquia prendió las alarmas sobre lo que sucedía al interior de las filas Alonsistas.
Ahora bien, la campaña electoral, de la cual sólo quedan dos semanas, ha demostrado dos grandes peligros que tiene el sistema políticos colombiano, la generación de populismos y caudillismos entre las distintas colectividades, a los cuales hay que combatir; y, que la radicalización de los discursos, en el marco del sectarismos ha imposibilitados el diálogo entre distintas opciones políticas, que a pesar de haber tenido roces durante esta última campaña tienen cercanía a lo largo de sus carreras políticas. La gobernación de Antioquia está ad portas de ser cooptada por el populismo, prefiero a un candidato de cualquier espectro político, izquierda o derecha, que a la mentira y la manipulación de las masas en ella. Mientras que el municipio de Medellín está ante la posibilidad de ser gobernado por la llave del populismo y su alianza con los bandidos del norte de la ciudad. Si el objetivo de muchos candidatos y de sus campañas hubiera sido el de la búsqueda del bien mayor, el futuro de la región, las acciones durante estos meses hubieran sido distintas. Antioquia tuvo 4 años de transformación y Medellín 12, sólo el 25 de octubre se sabrá si continúan o si se detienen. Amanecerá y veremos, pues si los resultados son favorables a la mentira y a lo más bajo del discurso político, nos esperan 4 años de oposición.
Postdata: La radicalización de los miembros de las campañas, sólo promueven el sectarismo y al parecer una ilusión de sentirse poseedores de unas verdades casi religiosas.