A las 12 de la medianoche del 10 de diciembre de 2015, se escucharon por las calles de Buenos Aires gritos de euforia y fuegos pirotécnicos que a lo lejos iluminaban el cielo porteño. Hoy es un día histórico para Argentina, porque luego de 12 años, la dinastía Kirchner deja el podio del poder. El pueblo argentino a través de su voto, decidió terminar con esta monarquía disfrazada de democracia, donde el único interés que imperaba era el de una mujer que nunca pensó en su gente sino en enriquecer su patrimonio y en empobrecer cada vez más a este pueblo que vivía sumido en un humo de corrupción absoluta.
Tuve la fortuna de estar presente en estos momentos para presenciar cómo la gente ha puesto toda su esperanza en un partido diferente al oficialismo. El himno argentino retumbaba por todas las calles de Buenos Aires, y las lágrimas de alegría rodaban por los rostros argentinos. Los medios de comunicación mostraban la reunión de la mayoría de porteños al frente de la casa del que hoy será el nuevo presidente de la Nación: Mauricio Macri. Este personaje ahora está en los ojos tanto de sus conciudadanos como de la comunidad internacional, pues en sus manos está reparar el caos que dejó el antiguo gobierno y volver a recobrar la fe de los argentinos en un Estado que estaba debilitado.
El nuevo presidente de la Argentina, tiene muchas metas por delante y proclama ser el cambio que tanto necesita este país, porque después de 12 años de gobierno de una sola familia, los daños que se causaron fueron grandísimos, no sólo la economía se fue al abismo, sino que los escándalos de corrupción que salían a la luz día a día, dejaban muy mal parada a Cristina Fernández de Kirchner, una mujer que semanalmente le hablaba al pueblo argentino con mentiras, con discursos políticos incoherentes en los que acusaba al imperio norteamericano de sus desgracias, cuando ella misma fue la que llevó a su país entero a un agujero negro que al parecer no tenía salida.
La ex presidenta Cristina Fernández siempre mostró inconformismo con que un nuevo representante ajeno a su partido político llegara al puesto máximo del Poder Ejecutivo. Hasta el último día siempre dio de qué hablar la mandataria. Pues, hoy no fue a traspasar el mando porque ella quería hacerlo en el Congreso y no en la Casa Rosada como lo proponía Mauricio Macri, por esto, el presidente del Senado tomó juramento a la vicepresidente y al presidente, porque la ex presidenta no asomó ni las narices.
El patriotismo de este país es tan grande, que en la plaza al frente de la Casa Rosada se congregaron miles de personas a pesar del calor sofocante del verano argentino. Todos gritaban incesantemente el nombre del nuevo presidente, mientras éste junto a su esposa e hija, desde el balcón saludaban y daba un discurso de aliento y esperanza. Ahora sólo queda esperar que en estos próximos cuatro años, el lema del partido político Cambiemos: «sí se puede», se cumpla, porque esta Nación no puede soportar más la hipocresía.
Las palabras que pregonaba Macri en un día de verano como hoy, van a ser lo que él y su gabinete demuestre a la gente, que efectivamente sí habrá verdad y sinceridad en su gobierno, que esto sea una realidad para el pueblo argentino y no un telón para ocultar la corrupción que imperó en todas las instituciones públicas, dirigidas por Fernández de Kirchner y sus seguidores, porque todas sus actuaciones y discursos absurdos sí merecen estar en el olvido.