Por: Daniel Correa

Hay una frase muy famosa entre los colombianos que dice: “Hecha la Ley, hecha la trampa”, y es que en general no nos gustan las normas, nos quejamos cada vez que nos regulan una actividad y pasamos el tiempo hablando pestes de los legisladores.

Pero en estos días de navidad, me abordaron sobre una vía principal de la ciudad de Bogotá vendedores ambulantes con las famosas “chispitas mariposas” y otros elementos que contienen pólvora, claramente prohibidos por la ley. Bajé la ventana y le pregunté a una señora que tenía el canasto lleno de estos productos: ¿Mi señora sumercé porqué vende pólvora si está prohibida?, ella inmediatamente cambió su gesto amable por uno muy agresivo contestándome en otras palabras que era un metido, que no le estaba haciendo nada malo a nadie y que la situación económica la obligaba a hacerlo, además de que no le veía nada de malo. Lo peor del caso es que en medio del trancón muchos carros paraban a comprar la mercancía para hacer felices a sus familias, supongo yo. Obviamente el 24 y el 31 escucharemos pólvora a más no poder en las calles de Bogotá y Dios los guarde de las quemaduras.

Cosas como estas que claramente están restringidas, son aceptadas socialmente y me puse a pensar en otras leyes que están siendo violadas abiertamente, y nadie dice nada, por la sencilla razón de que nosotros mismos las rompemos y eso nos hace más fácil la vida. A continuación algunos ejemplos:

– LA LEY SECA. Cuando el Distrito decreta la Ley seca, me da una risita que no se me quita. Siempre veo en su mayoría jóvenes bebiendo en cualquier esquina incluso al frente de la policía que los ignora.

– VIDEOS Y LIBROS PIRATAS. ¿Quién no ha comprado un dvd o un libro en la calle copiado descaradamente por quienes no pagan un peso de “Derechos de Autor”? Creo que todos cometimos este delito y hemos disfrutado del arte robando de frente a quienes han invertido su esfuerzo y talento en producirlo. Lo más chistoso es escuchar a quienes aseguran que solo compran “pirata” si no es colombiana la película… da igual.

– EXCESO DE VELOCIDAD. En cuanto a normas de tránsito somos los número uno en pasarnos por la galleta la normatividad vigente, pero el exceso de velocidad siempre se viola, incluso hasta por las mismas autoridades. El que me diga que siempre conduce en Bogotá máximo a 60 kilómetros por hora y en carretera nunca pasa los 80, en verdad lo felicito y no creo que sea colombiano.

-VENTA AL MENUDEO DE CIGARRILLOS. Hace ya 4 años el Congreso de la República aprobó la ley que prohíbe la venta al menudeo de cigarrillos en el territorio nacional, esto con el fin de disminuir el consumo de tabaco y prevenir las enfermedades que ocasiona el fumar sin cesar, pues también da risa y nadie se esconde cuando vende y compra un cigarro.

-VENTA Y COMPRA DENTRO DEL TRANSMILENIO. No tengo idea cómo le va a hacer el nuevo alcalde Peñalosa para bajar a los miles de comerciantes, cantantes urbanos y limosneros que se suben al sistema a hacer lo de su diario. Una y otra vez se ha repetido que está completamente restringido hacerlo, pero todo sigue igual y hasta empeorando. Las estructuras que se organizaron para lucrarse dentro de Transmilenio son muy fuertes y les dio resultado porque los usuarios siempre compran y dan dinero a quienes los conmueven.

– PIQUES. Siempre me pregunté por qué la Policía no actúa si sabe dónde se realizan los famosos piques ilegales, y jamás me contestaron. Ahora hay unos piques legales que han funcionado y han mitigado la accidentalidad, pero este mal no se ha extinguido.

– TRANSPORTE ILEGAL. Gracias a la desastrosa movilidad de la que disfrutamos los bogotanos, en muchas localidades de la capital pequeñas camionetas blancas prestan servicios piratas en barrios donde los alimentadores y buses del SITP pasan cada hora o no pasan. Este transporte, que por lo general cobra mil pesos hasta la estación de Transmilenio, le ha solucionado de cierta manera la movilidad a miles de vecinos que no tenían cómo salir de sus barrios. Estas camionetas trabajan sincronizadas con un orden abrumador, pero su funcionamiento está fuera de la Ley. Nada pasa e incluso he visto policías que rumbo a su casa utilizan este servicio.

– VOLUMEN ALTO DE LOS VECINOS. He padecido en carne propia este conflicto. Con mis bebés de menos de un año, el vecino despechado todos los días ponía la música al volumen de una discoteca sin importarle las consecuencias, porque no las hay. El nuevo código de Policía supuestamente me protege de esta situación pero la verdad es que no pasa nada. Las quejas y reclamos ante las autoridades pasan desapercibidas, pues hay cosas más urgentes que resolver. Si no, pregúntenle a las personas que vivían en barrios tranquilos y arbitrariamente les pusieron discotecas al lado.

– TRADUCTOR DE LENGUAJE DE SEÑAS DE ENTIDADES PÚBLICAS Y PRIVADAS. Nos creemos muy incluyentes y tolerantes, pero estamos a años luz de serlo. Si usted tiene discapacidad auditiva o algún familiar cercano la tiene, me va a entender. Esta es una población olvidada y discriminada abiertamente por todos. Existe una ley hace 10 años que obliga a las entidades públicas y privadas que prestan servicio al cliente, a brindarle a las personas sordomudas y sordociegas la ayuda de un intérprete, y por supuesto nadie la cumple.

Estas son algunas de las leyes y normas que a diario violamos sin pudor, eso sin nombrar la venta de licor a menores de edad, lo que pasa en elecciones con el exceso de publicidad, la terrible corrupción en el sistema carcelario, etc.

Una gran razón por la que vivimos en esta “mini anarquía” es por nuestra doble moral y por la falta de autoridad, principalmente de la Policía, una institución que huele mal y que desafortunadamente se está pudriendo por dentro. Tengo amigos policías que hacen su mejor trabajo, pero la destrucción viene por la cabeza.

Esperemos que en este año 2016 y con todo lo que se nos viene encima con el acuerdo de Paz, se cumplan leyes vitales como la ley de víctimas, la de tierras, y la sociedad entienda que para convivir hay que respetar.

Twitter. @Danielleocorrea