Tiempo atrás tuve la fortuna de conocer y hablar con el actual mandatario del segundo cargo más importante del país, el señor Enrique Peñalosa. Lo admiro porque es un político con buenas intenciones, lleno de ideas para Bogotá y para Colombia y apasionado por los temas urbanos. Lo acompañé en dos campañas políticas, por convicción y sin ningún compromiso.
Sin embargo hoy tengo que decirle que no lo acompaño en la idea de urbanizar la Reserva Thomas Van der Hammen, que además, en un acto de total despropósito el gobierno Santos decidió darle todo el respaldo, el mismo gobierno que habla de paz pero que apoya declararle la guerra a la naturaleza.
Leo los trinos del alcalde en los que defiende “Ciudad Paz”, un proyecto ambicioso que pretende construir cerca de 80 mil viviendas de interés social y de interés prioritario en planes parciales en Campo Verde, Tres Quebradas, Hacienda El Carmen, Porvenir, El Cable, San Juan Bosco y Norte (este último en la Reserva Thomas Van der Hammen). ¿Pero puede el alcalde mayor de Bogotá pasar por encima de las autoridades ambientales?
La declaración de reserva de este territorio fue hecha por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca-CAR, mediante Acuerdo 011 de 2011, por orden del Ministerio de Ambiente que en el año 2000 solicitó a esta autoridad restaurar una reserva forestal regional que protegiera la conectividad entre los ecosistemas de los cerros orientales de Bogotá, el Valle Aluvial del Río Bogotá y el Cerro de Manjuy. Adicionalmente la Secretaría Distrital de Ambiente del gobierno pasado, emitió la Resolución 0835 de 2015, a través de la cual declara como zona de utilidad pública la Reserva Thomas Van der Hammen. ¿La terquedad del alcalde puede llegar al punto de desacatar decisiones de hace más de 15 años? ¿Su ambición va a pasar por encima de una reserva que es fuente de vida de los bogotanos y habitantes de la región?
El alcalde en uno de sus trinos dice: “En 1200 has de potreros ordinarios de la llamada reserva podrían vivir 250.000 personas. Que de otro modo serían forzadas 30kms más lejos”. Desconoce Peñalosa que la Reserva Van der Hammen, cuenta con un sistema dividido en cinco sectores: montaña, piedemonte, humedales, altiplanicie y valle inundable, que si han convertido en potreros, como él los llama, es por culpa del descuido, las actividades agrícolas del lugar y la poca importancia que le prestan los mandatarios a lo que podría ser el segundo pulmón de la ciudad y del planeta.
Según un estudio adelantado por Armando Vásquez de la Universidad del Tolima, el proceso de reforestación en Colombia ha tenido varias etapas, en la década de los 60’s se hacía con fines industriales y económicos, a comienzos de los años 80 y hasta 1986 se alcanzó el mayor auge de la reforestación por incentivos tributarios del gobierno de turno. Hoy no solo debemos reforestar gran parte del país para nuestra supervivencia, sino también para la preservación de las especies y el equilibrio ecológico, sí, para que no soportemos olas de calor y temporadas de lluvia inclementes.
Esto sin tener en cuenta que cada año en Colombia, por la deforestación ilegal, se pierden cerca de 48.000 hectáreas de bosque, casi el tamaño de la población urbana de Bogotá.
Sé que el alcalde es un gran defensor de los espacios que a todos nos pertenecen, como el espacio público, que desde el inicio de su mandato y con autoridad está haciendo respetar, quitando de las calles a los vendedores informales que tratan de llevar el pan a su casa. Pues con el mismo ahínco con el que controla el orden de la ciudad y limpia las paredes de carteles y publicidad invasiva, debería liderar la recuperación de la Reserva Thomas Van der Hammen, eso sí sería un acto de paz en su gobierno.
Por eso a través de este escrito le pido al burgomaestre, pensar más de dos veces su proyecto de vivienda en esta parte de la ciudad, respetar los procesos cíclicos del agua que allí suceden y cultivar los valores ecológicos en su mandato, hacer caso a lo invocado en la Cumbre de París sobre el cambio climático y así como quiere poner venados, peces y barquitos en el río tunjuelo, poner en marcha del mismo modo, una tarea de reforestación y preservación de la Reserva Thomas Van der Hammen, un pulmón de la Bogotá para todos.