Por: Daniel Rojas Medellín

Es preciso enfatizar con redundante insistencia, y le pido al lector la amabilidad de concedérmela, que no existe pretensión alguna de convertir mi apreciación en una oda a la derecha colombiana, que ha mantenido el poder durante 200 años y ha sumido al país en la vergonzante lista de los más pobres, desiguales y subdesarrollados. Reprochar a la izquierda no es per sé otorgarle atributos a quienes por antonomasia cooperan para la desdicha de la inmensa ciudadanía, representando los intereses de una potentada minoría nutrida por las élites especuladoras y la acumulación de capital. La historia ha demostrado que quienes han dominado las riendas del país, han puesto siempr, el estado al servicio del capital y nunca del ser humano.

Si la derecha es parte fundamental del problema porque representa a los causantes, la izquierda no es portadora de la solución porque no representa a los afectados, es imprescindible por las causas que enarbola, pondero hasta la saciedad, las luchas que históricamente han devenido en importantes conquistas a líderes de izquierda intachables y comprometidos con la dignidad humana que incluso han sacrificado su vida antes que a sus principios, los he visto, los conozco y les admiro.

También he visto a gente de izquierda maltratar laboralmente a la clase obrera, les he escuchado pronunciar en público, peroratas en defensa de las mujeres a sabiendas que en privado no las aplican, me he topado con sindicalistas formados en las múltiples interpretaciones del marxismo que regalan su lucha a las lógicas del mercado y conozco incluso líderes que prestan dinero a unos intereses que superan a las abusivas tasas de ese sistema financiero, que se atrinchera en la égida de un capitalismo salvaje al que critican con fiereza en sus redes sociales.

Se nos va el tiempo tratando de interpretar con destreza las teorías del socialismo, algunos haciendo gala de una insoportable vanidad. Cuando empecé a militar, conocí a alguien así, al día de hoy, hace alianzas “programáticas” con el libre mercado. Todo esto no para resaltar casos aislados de personajes incoherentes, sino para reseñar con urgencia a una ciudadanía huérfana de representatividad, en el último mes, en Bogotá se han desatado varias movilizaciones, ciudadanos de izquierda y de derecha han salido a las calles a protestar porque se han visto afectados por las embestidas de la rosca, por el aumento en la tarifa de Transmilenio, porque se les niega el derecho al trabajo y a sus hijos el derecho a educarse desde la primera infancia o porque se sienten amenazados de muerte al enterarse que la potentada minoría va a urbanizar una reserva forestal.

En la calle les he escuchado, lo vecinos del metro que defienden la línea subterránea piden a la izquierda tradicional que no se apropie de su causa, algo similar arguyen los ambientalistas, la inmensa ciudadanía despabila y sale a la calle a defenderse de la arremetida de la pequeña pero poderosa rosca, no quieren hacerlo en el marco de los partidos políticos. Es un despertar que invita a pronosticar una primavera y aunque la lucha sí es política, no es entre izquierdas y derechas, es entre la mayoría a la que le ha sido arrebatado el sueño de vivir dignamente, contra una minoría codiciosa dueña de bancos, de grandes medios de difusión, inconsciente y devastadora.

El momento invita a caminar entre el pueblo, la revolución francesa la lograron gentes de izquierda y de derecha, pero el gran protagonista fue Paris, los políticos de izquierda deberían tener el talante de bajarse de la nube, entender al ciudadano, no aspirar a representarlo, mejor acompañarlo. Estamos despertando, la historia es nuestra y no la hacen los egos, lo dijo un hijo pródigo de la izquierda latinoamericana: la hacen los pueblos.

Twitter: @DanielRMed