Eduardo Galeano en 1998 escribió “El mundo patas arriba. La Escuela del mundo al revés”. Es la historia verdadera que siempre nos han querido ocultar. En esta obra nos describe las más grandes barbaridades que han sucedido en la historia universal cometidas por el ser humano: el hombre se convierte en el único encargado de su destrucción y la del mundo.
Entre los diversos temas que trata este escritor, me llamaron particularmente la atención aquellos relacionados con los momentos históricos que Colombia está afrontando: el acuerdo de paz entre las FARC y el Gobierno, y el cambio climático que está extinguiendo para siempre nuestros ríos, nuestras selvas y nuestros animales.
Galeano en su obra afirma que la Carta de las Naciones Unidas debería consagrar más derechos de los que están allí escritos. Entre ellos el derecho de recordar, pues varias naciones tras sufrir dictaduras militares y guerras civiles, al restablecer la democracia tuvieron que reconstruir su pasado y al día de hoy siguen las huellas latentes de la impunidad. La gente tiene mala memoria y permite que el olvido borre de sus mentes aquella historia que llenó de sangre y sufrimiento a sus países.
El autor uruguayo abogaba por este derecho no sólo para recordarnos la repetición nefasta del pasado, sino evitar que se repita, pues son las generaciones actuales y futuras las que deben encargarse de recordar su pasado, de leer la historia, de evitar más muertes bajo el mando del poder que tanto padecimiento ha generado.
Colombia ha sido uno de los tantos países latinoamericanos que ha visto un sin número de violaciones a los derechos humanos por parte de las guerrillas, los paramilitares y el mismo Estado. Hoy casi sesenta años después, la mayoría de los colombianos tenemos la esperanza de que haya un fin a tanta violencia y dolor, a través del acuerdo de paz que, al parecer, se va a firmar en La Habana, Cuba.
Según el borrador del acuerdo de víctimas que a finales del año pasado el Gobierno hizo público, habrá un Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, y estará integrado por varios mecanismos entre ellos la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, la cual será temporal y extra judicial. Sus principales objetivos buscarán esclarecer la verdad a través de la recepción de información y declaraciones. Además, persigue que a las víctimas se les reconozca como ciudadanos y ciudadanas garantes de derechos fundamentales. Por último busca que haya una resolución del conflicto de forma pacífica.
Esta Comisión es la encargada de recaudar toda la información con ayuda de organismos gubernamentales y no gubernamentales, para unir el rompecabezas que ha generado todo el conflicto armado y una vez realizado su objetivo, hará un informe final al que tendremos acceso todos los colombianos para entender cuál es la verdad y cuáles las causas que propiciaron esta guerra fratricida que todos hemos vivido.
A pesar de que en ninguna parte de este borrador de acuerdo se menciona el derecho de recordar, que tanto recalcó Galeano, se entiende que todos tenemos el deber como ciudadanos de una sociedad democrática, de contribuir con la reconstrucción de la verdad y la memoria. Ambas deben estar correlacionadas para así evitar la impunidad, el mal más grave de los derechos humanos.
En la obra de Galeano hay un apartado titulado “El derecho al delirio” y en él el escritor soñaba con un mundo mejor, un mundo que está alejado de la realidad actual. En él, resume cómo el mundo está al revés, la sociedad de consumo ha socavado el alma del ser humano; el mundo no debe estar en guerra contra los pobres sino contra la pobreza; la comida no debe ser una mercancía sino un derecho; y sólo habrá más aire puro, si el único contaminado es el miedo de contaminar el ambiente.
Este año Colombia está sufriendo la crisis climática más grave que ha tenido, pues las altas temperaturas han vuelto las ciudades un infierno para vivir y los campos rezan porque caiga la lluvia. Mientras un virus amenaza con ponernos a todos en cuarentena y el lujo de ver llover en la Capital ahora es cuestión del pasado. Aún así la gente afortunada de las ciudades más pobladas del país, siguen desperdiciando el agua y creyendo que ésta nunca nos faltará, cuando a unos cuantos Departamentos de distancia los niños mueren de sed y hambre, los ríos se secan y ciertas especies únicas, de la fauna y de la flora, se extinguen para siempre.
Hace ya casi un año Eduardo Galeano murió, pero sus obras, que siempre han cautivado y cautivarán a los lectores universales perduran. Él nos dejó el legado del derecho de recordar aquellos que los poderosos han tratado de silenciar; narrando verdades fue un soñador en pos de un mundo mejor. Ahora todos tenemos la tarea de recordar nuestra historia, y recordar al mundo al revés para que un día nos demos cuenta el mal tan grande que le causamos a nuestra propia especie y al planeta entero… para no perecer.