Muy acertado el nombre que el Gobierno Nacional y Distrital le dieron a la Feria Inmobiliaria en la que se presentan cerca de 80 mil subsidios de vivienda para que las familias bogotanas cumplan el sueño de tener casa propia. Muy acertado, porque en efecto esta feria marca el regreso de una política de vivienda para Bogotá, que durante los últimos 4 años fue sistemáticamente desmontada.
Con Petro, la vivienda se fue de Bogotá porque su improvisación y terquedad ideológica generaron un ambiente hostil para la construcción de vivienda que castigó a los más pobres y a la clase media. No se trata de opiniones, los datos confirman los dramáticos efectos que los 4 años de la administración anterior tuvieron para las familias bogotanas que aspiran a tener casa propia.
En primer lugar, las estrategias de vivienda del gobierno Petro, obligaron a los más pobres y a la clase media a irse a municipios vecinos. Los estudios de demanda de Camacol lo confirman: el 62,5% de los asistentes a salas inmobiliarias en municipios de la sabana provienen de Bogotá y tratan de conseguir vivienda, especialmente en municipios como Funza, Mosquera y Soacha donde los proyectos inmobiliarios priorizan al estrato 1, 2 y 3. Además de ello, según afirma el Ministerio de Vivienda en 2011, 6 de cada 10 viviendas de Interés Social que se construían en el país se hacían en Bogotá, hoy después de 4 años de Petro, esa cifra se redujo a 1 de cada diez viviendas de interés social que se construyen en Colombia, en el momento histórico de mayor expansión de la vivienda social a nivel nacional.
Y no solo se trata de la posibilidad de que los más vulnerables accedan a vivienda propia. Tiene directa relación con el desarrollo de la ciudad. Bogotá tiene un déficit habitacional de 270 mil hogares, es decir, 270 mil familias no tienen vivienda propia porque no hay oferta para ellas o porque no tienen los recursos para acceder a ella. Y la ciudad se enfrenta a un crecimiento poblacional y una disminución del tamaño de los hogares que profundizará el déficit. Algunos cálculos afirman que podrá llegar a las 500 mil viviendas. Sumado a ello, los bogotanos son menos optimistas acerca de la posibilidad de conseguir vivienda propia: a finales de 2015, solo el 8,3% de los bogotanos cree que es buen momento para comprar vivienda, mientras que la cifra en Medellín y Cali llega al 29,5% y en Barranquilla al 45.3%. En el 2011, antes de que iniciara la administración Petro, esa cifra en Bogotá llegaba casi al 30%.
Que vuelva la vivienda a Bogotá es una buena noticia y que llegue sobre todo para generar mayor equidad. La ciudad debe construir y debe hacerlo de manera ordenada. No se le puede negar la posibilidad a los bogotanos de tener su casa propia y que puedan vivir dignamente. Gran reto el que tiene el nuevo gobierno distrital, recomponer lo que el anterior gobierno dejó hecho trizas.