En medio de una mañana en la que soportaba todo lo relacionado con los trámites colombianos conocí a Juliana, una profesora de básica primaria de un escuela rural perteneciente a un municipio cercano a Bogotá. En la mitad de la conversación coincidimos con el tema de la educación, ella por su profesión y yo por la Fundación a la que pertenezco. De esta charla salió el tema de esta columna.
En alguna ocasión escribí para este mismo blog, mi postura frente a la campaña que adelanta el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones-MinTic con los computadores para educar (incluye también la entrega de tabletas), que hoy lidera el ministro David Luna, (a quien admiro y espero no se moleste por mi opinión), pero que es bandera del exministro Diego Molano Vega y quien hizo ver de estas entregas una revolución educativa, principalmente en las cabeceras municipales.
Según el actual ministro “en el 2010 el número de usuarios por cada computador era de 24 estudiantes y en la actualidad es de un equipo por cada nueve niños y jóvenes. La meta para el 2018, es decir para dentro de tres años, es que las instituciones educativas del país tengan un computador para cada dos alumnos”, esto lo dijo el señor David Luna el año pasado en una rendición de cuentas en Manizales. ¿Será este método el más apropiado para que el país tenga educación de calidad?
Las tabletas que entregaron en la escuela de la profesora Juliana, en la escuela rural cerca en un municipio cerca a Bogotá, son marca “Compumax”, tableta android, modelo:S9, 1GB de memoria, procesador Rockchip 3188t que significa, según conocedores en la materia, un sistema parcialmente optimizado por lo cual es necesario el lápiz para un mejor uso de su pantalla táctil. La tableta tiene en el mercado un valor de $399.000.
Juliana me comentó que usar estas tabletas es un verdadero dolor de cabeza, que enseñarles a los niños con estas herramientas es un proceso demorado y complejo. Resulta que solo se pueden cargar una vez estén encendidas, razón por la cual pierden cerca de veinte minutos de clase en poder usarlas y una vez ya están cargadas, conectarlas a internet siempre es engorroso o nunca conectan y su pantalla táctil no es de la calidad esperada para educar a los estudiantes. Parece que no son tan exitosas, ¿verdad?
¡Ah! también me dijo que en su escuela tienen una vieja biblioteca que tampoco es de mucha utilidad pues sus libros datan de unos 26 años atrás, hagan cuentas, para esa época aún regía la constitución de 1886. Espero que esto lo lea la ministra de educación y la ministra de cultura, y que tampoco se molesten.
Pero las quejas no acaban ahí. Por el ejercicio de las actividades que hacemos con la Fundación Jornal, a la que pertenezco, he tenido la oportunidad de conocer varias escuelas rurales donde los famosos kioscos digitales son un saludo a la bandera, (bueno si es que hay en la escuela del campo, porque la mayoría están en las cabeceras municipales). Los kioscos por lo general están cerrados y los niños esperando usarlos, todo porque se tornan difíciles las capacitaciones para los profesores, los encargados duran meses en llegar a las escuelas o simplemente no van. El internet no funciona o a veces no hay luz en la vereda.
Son bastantes los pesares de un servicio que los profesores pensaban que era la solución para suplir las necesidades a la hora de enseñar. Creo que es importante que el gobierno se ponga de acuerdo en la manera como quiere implementar un sistema educativo de calidad que apremia al país y que ya no da más espera. Es hora de superar el olvido, volver a nuestras escuelas rurales y sembrar la paz que tanto necesitamos.