Los movimientos sociales en la Argentina son interesantes y fueron la base para construir la memoria colectiva, exigir justicia y verdad, luego de acaecidos los hechos de la dictadura militar que han marcado la historia latinoamericana, pues durante los años sesenta y setenta la región vivió una oleada de golpes de Estado y dictaduras que borraron del mapa una generación entera, con el auspicio de los Estados Unidos en su lucha contra la expansión del comunismo.
La tragedia de miles de familias por la desaparición de sus hijos y nietos, conllevaron a que un mismo sentimiento uniera en principio a las mujeres a reclamar y exigir como ciudadanas la verdad ante el Estado. Fueron las madres y abuelas de la plaza de mayo las que lograron consolidar un movimiento social que posteriormente trascendería las fronteras llegando a los oídos de organizaciones internacionales y de gobiernos europeos democráticos. Su valentía y su lucha por obtener una respuesta sobre la desaparición de sus hijos y nietos fue la primer forma que tuvieron los argentinos de enfrentarse a un Estado que se negaba a dar respuestas, un Estado que se creía con la potestad de quitar vidas, un Estado que dejó huellas eternas en el corazón de las familias.
Los organismos de derechos humanos que nacieron como consecuencia de los acontecimientos vividos en la década del setenta, fueron los protagonistas de la historia, su protesta fue simbólica porque era el único mecanismo que tuvieron para hacerse notar, para que sus voces fueran escuchadas y muchas veces silenciadas. Tanto las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, como la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, el CELS, tuvieron la fuerza para combatir al fantasma que acongoja a un continente entero y es la impunidad, ese enemigo silencioso que perpetúa a tiranos en el poder, el enemigo que esconde la verdad y la justicia y el enemigo eterno de todos aquellos por lo que abogan por exigir un fin a las guerras sin sentido que se han librado y se libran en América Latina.
Las denuncias que se comenzaron a llevar a cabo durante la misma dictadura fueron el inicio de un proceso para restaurar la democracia, para poner fin a un gobierno que dejó a un país próspero sumido en la nada absoluta. La cruel realidad que afrontaba la Argentina no tenía precedentes de ninguna clase, lo que estaba ocurriendo iba en contra de todo lo que hasta el momento el Derecho Internacional de los Derechos Humanos había desarrollado luego del Holocausto contra los judíos, la dictadura militar y sus atrocidades mostraron a la comunidad internacional que ningún tratado podía salvar las vidas de las personas del gigante furioso del Estado.
Tras la llegada de la democracia con Alfonsín, la presentación del Informe de la CONADEP de manos del escritor Ernesto Sábato, la Argentina en la década de los noventa sufrió un periodo de amnesia debido al gobierno de Menem en que fueron promulgadas las leyes más impunes del mundo: Punto Final y Obediencia Debida. “Fue un intento deliberado para construir el olvido”[1], ¿cómo puede ser que una sociedad entera se someta al demonio del olvido, luego de la lucha incansable que libraron las organizaciones de derechos humanos para evitarlo? Precisamente porque el gobierno seguía negando la barbarie propiciada por la dictadura militar, porque se continuaba con el mismo discurso de que aquellos que habían desaparecido eran terroristas y lo merecían para así preservar la seguridad nacional, por lo cual, la sociedad argentina no debía ser ingrata con sus militares.
A pesar de este periodo de amnesia obligado por el Estado, quienes aún seguían en pie sin desvanecerse eran las organizaciones de derechos humanos aquellas que habían nacido en el periodo de la dictadura, ellas no perdieron en ningún momento su esperanza de obtener la verdad y justicia. La memoria colectiva se fue construyendo con los años, porque es un proceso que tarda años tras la generación de consciencia que van adquiriendo las personas.
Los movimientos sociales en la Argentina son un claro ejemplo de un cambio social a raíz de un contexto que obligó a un grupo de personas a manifestarse en contra del Estado, y la persistencia de los mismos a través de los años ha logrado crear la memoria colectiva que en un principio no existía. Es por esto que la intervención de la sociedad civil en el proceso de democratización es relevante, porque sólo mediante la participación ciudadana el olvido no es un obstáculo para la verdad y la memoria será el himno que continúen las siguientes generaciones.
[1] CERRUTI, G. (2001) La historia de la memoria. Página 4.