A veces es necesario entrar a los debates cuando la marea baja y las pasiones no afloran. Quiero aprovechar esta oportunidad para felicitar y dar mi apoyo a la ministra de educación Gina Parody, quien ante la radical polarización y los calumniosos e irrespetuosos ataques contra ella, supo asumir un debate de altura y respeto, como los que merece Colombia.
Medio país se escandalizó por educar para el respeto de las diversidades. Empero, ese medio país tendrá que entender que las mayorías no son quienes otorgan legitimidad o viabilidad a los derechos, sino su directa procedencia con la dignidad misma. Así, las injustas mayorías discriminan a quien es homosexual en un país como Colombia y excluyen y atacan a quienes, como la ministra, ostentan cargos públicos y, a la vez, son abiertamente homosexuales.
Pretender radicalizar y polarizar por las diferencias es absurdo, cuando como humanidad somos iguales en la diversidad. Expreso mi desconcierto, con la manera en que la oposición ha encarado el debate sobre la diversidad sexual y la educación para el respeto de esta misma. Insultos, bajezas y alaridos, sólo demuestran la incapacidad del adversario para enfrentarse con argumentos e ideas. Refutar personas y no ideas y, sobretodo, de atacar indiscriminadamente la vida personal de otro ser humano no es de demócratas.
Colombia lleva más de medio siglo en conflicto, precisamente por la incapacidad de convivir bajo la democracia. Es el pretender erradicar al diferente, en vez de erradicar de una vez por todas la intolerancia y el irrespeto. Hoy la democracia es un valor en sí mismo y como tal tiene principios que deben ser tenidos en cuenta. Colombia ha dado pasos agigantados en el camino de la inclusión y la igualdad, en cuanto la Corte Constitucional de manera firme ha reconocido los más simples y naturales derechos a los que cualquier individuo pudiese aspirar.
Las oscuras marchas que detuvieron al país y nos recordaron que sí se puede marchar para discriminar y excluir, son la muestra que Colombia verdaderamente necesita pedagogía para el respeto de la diferencia. A la ministra, sólo invitarla a no dar un paso al costado, ni a retrocer en todo el campo ganado. Renunciar, claudicar y dejar de enfrentarse a una sociedad discriminadora sólo legitimaría los abusos de quienes una Colombia homogénea y pura. Una Colombia sin diversidades.