El mayor obstáculo que tiene un político en su carrera es el ego, éste lleva a las personas que detentan el poder a hacer locuras solo por marcar la historia con su nombre. Colombia no es la excepción, es la desafortunada víctima de uno de sus políticos, que la agarró para alimentarlo, es tanto así, que ese ego se tradujo en un premio Nobel de Paz que tiene a los colombianos divididos.
Luego de presentadas las propuestas de reforma al acuerdo formulado en la habana, entre el grupo guerrillero y el gobierno nacional, tres coyunturas hicieron que los reparos que tienen la mayoría de los colombianos se resolvieran en una semana: la victoria del presidente Donald Trump, las declaraciones del ex Director del CTI, Julián Quintana, y la entrega del premio Nobel de Paz.
La victoria del presidente Donald Trump, es la de mayor influencia en la política doméstica. El presidente Trump ha expresado su intención de devolverle la virtud a la ley, no solo a su país sino al continente. Está dispuesto a no conceder beneficios a criminales, es decir, NO dará beneficios al cartel de droga más grande del mundo, las Farc.
¿Cuál es el problema?, deben tener firmado el acuerdo con la ley de amnistía aprobada, antes que se posesione Trump. Por qué si no está aprobado el acuerdo, no habrá ley de amnistía, si no hay ley de amnistía, Colombia seguramente tendrá que extraditar a los cabecillas de las Farc por el delito de narcotráfico, pedidos por el nuevo gobierno de EE.UU. Se debe recordar que según el acuerdo negociado en la Habana, el narcotráfico es conexo al delito político.
Como si atiborrar de droga a los norteamericanos y al mundo, fuera una política pública de Colombia.
Un HackerGate, El ex Director del CTI, Julián Quintana, declaró en la Corte Suprema de Justicia que el director de la Dirección Nacional de Inteligencia – DNI, Álvaro Echandía, indujo pruebas en el caso del Hacker en la Fiscalía y al parecer, infiltró personas en la campaña de Oscar Iván Zuluaga que tendieran una trampa e hicieran parecer que dentro de la campaña se cometían actos ilegales; es decir, crear un escándalo que lo llevara a perder la presidencia.
El problema es que al determinar que Álvaro Echandía, Director del Departamento Nacional de Inteligencia implantó pruebas falsas sobre las supuestas chuzadas al proceso de paz, por parte de Óscar Iván Zuluaga, el radar apuntaría directamente al Presidente de la República. ¿Por qué? Porque el DNI depende directamente del Presidente. Es imposible que el presidente no supiera sobre el plan de desprestigiar a Óscar Iván Zuluaga y al Centro Democrático. ¿Qué pasaría entonces? Como una situación de esas nunca se había presentado en la historia, no es claro jurídicamente que pasaría con el Presidente.
Lo que sí está claro es que debe renunciar, así como lo hizo Nixon en los EE.UU. La diferencia es que Nixon tenía buenas intenciones para con sus compatriotas; Santos quiere indultar, amnistiar y darle poder político, a los narco terroristas de las Farc, dejando el país en sus manos.
Si asesinar, secuestrar, descuartizar, reclutar niños y violar niñas fueran pilares para el desarrollo sostenible de una nación.
Como les dije en el principio, el ego es el mayor obstáculo para un político. El ego del que hoy somos presa es el del Presidente Santos, pues la entrega del Nobel es el 10 de diciembre y ¿Cómo Juan Manuel Santos, va a recibirlo con un acuerdo derrotado en las urnas?, sin paz y con un país dividido, NO puede, sería el hazme reír de todo el mundo.
Estas tres coyunturas llevaron a que el Presidente Santos realizara las acciones necesarias y firmara a la ligera un mejor acuerdo, pero que evidentemente solo sigue beneficiando a las Farc. No se tomaron en cuenta con seriedad las propuestas de los ganadores del plebiscito.
Mientras tanto, se sigue alimentando ese ego destructor y la historia de Colombia se escribe de mala manera, privilegiando a criminales por encima de los honestos.