Por: Daniel Rojas Medellín

“En medio de los derechos violados, de las libertades ultrajadas, de los principios vulnerados y de la justicia escarnecida, no puede existir la paz, porque de cada boca brota un anatema, de cada conciencia un remordimiento, de cada alma un huracán de indignación. La paz sólo puede restablecerse teniendo por base la justicia, por palanca y sostén la libertad y el derecho, y por cúpula de ese edificio, la reforma y el bienestar social”

La frase se remonta a los albores del siglo XX, le pertenece a un célebre guerrillero mexicano que luchó para que la tierra despojada volviera a los campesinos para ser trabajada y le sirvió como respuesta a la misiva que desde el gobierno mexicano le instaba a iniciar un proceso de paz.

La irrefutable precisión de la cita, sirve para corroborar que el acuerdo final, no será garante de una paz estable y duradera, es inocuo debatir la legitimidad del congreso para la implementación, cualquiera que haya sido la vía refrendadora hubiese dado igual, el documento y mucho menos su aminorada implementación, apuntan a la destitución de la violación de derechos, de las libertades ultrajadas, de los principios vulnerados y de la justicia encarnecida.

Decirlo me ha costado la animadversión de algunos amigos que militan en la izquierda, gente con buenas intenciones que en los últimos años tuvo que mimetizar su discurso por la urgencia política de defender el acuerdo, gente que políticamente no puede ni debe aceptar la derrota de las FARC y el sometimiento que es evidente en los acuerdos, el de antes del plebiscito y con mayor fiereza, en el documento final.

Más allá de las discusiones del país político, están las realidades del país real, el país que padecemos los ciudadanos de a pie, la preocupante desaceleración del producto, el creciente servicio a la deuda, la devaluación con déficit en la balanza comercial a causa de las políticas traicioneras de los últimos gobiernos, se transmiten al país real en desempleo, desindustrialización, ruina del agro, desfinanciación de la educación y la salud pública, realidades que son indiferentes a la firma del acuerdo, con firma o sin firma habrá que pagar la abusiva cuota del ICETEX, habrá que padecer la regresiva reforma tributaria, de cada conciencia brotará un remordimiento, de cada alma un huracán de indignación.

Por eso hoy me nace mandar los acuerdos de La Habana al carajo, así sea políticamente incorrecto las verdades hay que decirlas sin ambages, en el mundo de la política no se atreven, allí donde se sitúan en izquierdas o en derechas, los primeros callan, los segundos se dividen entre quienes gobiernan y los más extremistas han decidido apretar el gatillo, ninguno se ubica al lado de la gente que como usted o como yo necesitamos profundas reformas para vivir en paz

El acuerdo no cambiará en nada nuestra realidad, es urgente romper con las políticas que nos llevaron al desastre, es hora de mandar a la clase política al carajo y constituir poder ciudadano ¡somos los de abajo y vamos por los de arriba! Debería ser la consigna.

Twitter @DanielRMed