Por: Leonardo Urrea

Los grandes debates que por estos tiempos se tienen en Colombia, reflejan una de las debilidades de nuestra democracia y de nuestra sociedad: la violación del principio de simetría. Recientemente, se han visto grupos políticos criticando que los exguerrilleros entren al mundo político aun teniendo exguerrilleros en sus bancadas en Congreso (ver nota). Así mismo, ex gobernantes de todos los espectros políticos están atacando la corrupción de los actuales gobiernos, haciéndose los de la vista gorda con las malversaciones de recursos en sus propios gobiernos (ver nota), y hemos visto también, como se pide respeto por unas víctimas desconociendo a otras y viceversa (ver nota).

El principio de simetría es una regla básica de la integridad personal y pública: uno no puede defender la vida saliendo a la calle a matar gente (a no ser que lo quieran asesinar y uno tenga que actuar primero para salvar la propia vida, caso único donde se aboga legítima defensa). Así mismo, no se puede defender el derecho a la educación, quitando este a los estudiantes bloqueando edificios como hacían los minoritarios grupos radicales en la Universidad Nacional cuando estudié en sus aulas (ver fotos).

Muchas personas califican la violación de este principio como “doble moral”. Por ejemplo, las desequilibradas decisiones del ex Procurador Ordoñez que dejaban entrever ciertas preferencias políticas; como cuando inhabilitó a Alonso Salazar (ver nota), ex alcalde de Medellín, por “participar en política” cuando Salazar denunciaba hechos de corrupción durante una campaña, pero levantó medidas más graves con ligereza (ver nota).

Cuando se aplica el principio de simetría, en cualquier nivel de la interacción social no puede haber desequilibrios ante situaciones similares, me explico, si voy a defender a las víctimas, no puedo segmentar a algunas sólo porque pertenecen a un grupo con el que no coincido ideológicamente, eso no hace que sean menos víctimas (esto lo puedo decir porque mi familia fue víctima de guerrilleros y de paramilitares por doquier).

El análisis debe ir más a profundidad, no es sólo un problema del alto gobierno de nuestro país. Como defensor acérrimo de la libertad individual (siempre que no cohíba la libertad de otros individuos), soy consciente de que la célula de la sociedad, como sostiene mi maestro Javier Loaiza, es la familia, y es en la familia donde están las semillas de las violaciones sistemáticas del principio de simetría.

Un ejemplo clásico es el machismo ramplón del hombre que engaña a su mujer, pero al mismo tiempo cuando ella lo engaña la trata con la autoridad moral que no tiene, o la mujer que maltrata a su marido física y psicológicamente y cree que es mucho más grave cuando él lo hace. Otro ejemplo clásico es el del repudio a la corrupción pública, o la desconfianza de la policía de los individuos que al cometer una infracción de tránsito, son los primeros en tratar de tranzar a los agentes.

Si uno tiene algo de espíritu cívico, y quiere incorporarle algo de nivel al mediocre debate público de nuestro país, tiene que revisar este principio desde su esfera personal. Esto por la sencilla razón de que primero se cambia uno a sí mismo, después cambia su entorno, su comunidad, y ahí sí puede intentar cambiar su Nación, ese es el orden de las cosas.

Mucho se dice sobre la debilidad de nuestra democracia, y este problema de no cumplir el principio de simetría es una enfermedad crónica que debemos resolver en nuestras propias familias. No que todos seamos iguales, en la diferencia está la belleza, pero si identificar las incoherencias de quienes se abogan superioridad moral y ética sin tenerla.

Hay mucha verdad en la frase de escritor del siglo XX: “todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros”. Sin embargo, debemos hacer oposición a los dictadorzuelos latinoamericanos que impusieron una frase famosa: “para mis amigos todo, para mis enemigos la Ley”, que también podría reformularse como “los errores de los míos son legítimos, pero los de mis contrapartes son despreciables, aunque sean los mismos”.

Twitter: @iurrea91