Por Laura Amaya Meneses

La mañana del pasado 16 de enero iba en un taxi cuando de repente escuché en la radio, no recuerdo precisamente en qué emisora, pero la noticia tenía el siguiente titular “taxistas incineran presuntamente un carro de Uber en horas de la madrugada”, el conductor de inmediato cambió la estación y no voy a negar la incomodidad que sentí al solo pensar cómo sería su reacción en el momento que le pidiese que dejara la noticia, por esto decidí googlearla mientras llegaba a mi destino.

A medida que el recorrido avanzaba yo leía la noticia con asombro, después de ver las fotografías no solo de este hecho, sino también de distintos enfrentamientos que ocurrieron el pasado año en diferentes ciudades del país. Muchos de estos acontecimientos fueron por taxistas que han tomado duras -y a mí parecer desmesuradas- represalias, en contra de conductores de placa blanca o particular que ofrecen el servicio de Uber.

Con dolor y debo aceptar que con cierto resentimiento, miraba los ojos del taxista desde su retrovisor. Muy seguramente este conductor, como muchos más del gremio, repudia estas medidas extremas y antisociales que propician y callan varios de sus colegas. En definitiva, el silencio de muchos puede ser la peor condena para otros.

En la actualidad nos hemos concentrado tanto en dar debates en redes sociales sobre el tema Uber Vs. Taxis, que somos ciegos ante la nueva puerta que abre al mercado, el inconformismo. En ocasiones propiciado por la tan popular pregunta “¿Para dónde va?” y en otras tantas por las imprudencias de los mismos conductores. Pues bien, es precisamente ese sentimiento el que ha logrado catapultar de manera paulatina, nuevas plataformas que buscan imitar lo que ya está haciendo Uber con dicho mercado. Claro está que variando ciertos detalles.

El ministerio de las TIC y el de Transporte por medio de su secretaria de movilidad no han logrado hallar un punto de consenso entre las demandas de los usuarios o comúnmente como se nos llama, servicios, y los ciudadanos trabajadores como lo son la gran parte de las personas que conforman estos gremios.

Además de estas dos entidades, cabe resaltar la poca gestión que se le ha dado a esta problemática en el congreso de la república. Soy consciente y apoyo la idea de que existen debates de mayor envergadura teniendo en cuenta la coyuntura que atraviesa el país (la paz, los imparables escándalos de corrupción, la recién aprobada reforma tributaria, etc.).

Sin embargo como bogotana que vive a diario, como muchos de los colombianos, la insuficiente calidad del transporte público de nuestra ciudad capital y al no ver ningún cambio o mejora en este servicio, se puede afirmar que es otra papa caliente que nadie quiere afrontar.

Twitter. @lau_amaya28