Después de leer el Código Nacional de Policía y Convivencia, contemplado en la Ley 1801 de 2016 puedo ofrecer la siguiente apreciación: en su esencia, esta ley promueve efectivamente la sana convivencia entre ciudadanos, y la efectiva relación de estos con el medio ambiente, los animales, el bien público y los del vecino. Y es que, viendo todos los días en los medios de información cómo la violencia, la intolerancia y la falta de cultura se han convertido en el pan de cada día, es importante destacar que, sea del gusto de algunos y el disgusto de otros, este Código es totalmente aplicable a una sociedad escasa de cultura ciudadana y de respeto por las libertades del otro, además recuerden que: ¡estamos acostumbrados a hacer lo que se nos da la gana!
Por otro lado, se evidencia el gran parecido entre este y la Urbanidad de Carreño, definitivamente, nos da lineamientos sobre la forma en la que deberíamos comportarnos, tal cual, como si fuésemos alguna clase de sociedad primitiva: no botar basura en la calle, no hacer necesidades fisiológicas en la misma, sacar la basura los días indicados, recoger las heces de tu perro, no colarse en el sistema de transporte público, respetar el turno y la silla asignada, entre otros aspectos que pensaría no deberían estar regulados, sino que simplemente deberían ser formas de comportamiento intrínsecas a todo individuo que vive y convive en una sociedad del siglo XXI; pero bueno, esa es otra discusión…
Claramente, como ya se enunció, estas regulaciones se hacen necesarias en una sociedad como la nuestra, sin embargo, surge otra preocupación: sin querer ahondar en el tema, se presume, y sin querer generalizar: la Policía es una de las instituciones más corruptas que tiene el país, y lo hemos comprobado con todos los escándalos que han surgido alrededor de la misma, en ese sentido, ¿qué podemos esperar al momento de que algún agente de policía disponga en su inmensa sabiduría que algún ciudadano está cometiendo alguna infracción al Código y que debe imponérsele una multa?, a lo mejor, y como suele suceder, algunos ciudadanos intentarán persuadir a los integrantes de esta institución con algunos billeticos para que no les claven la multa, otra posibilidad es que los primeros, se aprovechen del “poder” que les otorga este código y abusen de su autoridad y la tercera y menos probable es que todo ciudadano lea el Código, lo aplique y aprenda a comportarse como un “ciudadano de bien”.
Conforme a lo último, amigo lector: lo invito a leerlo, ¡saque usted sus propias conclusiones!, ¡no espere a que le apliquen la sanción y su bolsillo se vea afectado!