Todo el mundo conoce la experiencia del M-19 como ejemplo de paz en Colombia y el liderazgo de muchos de sus integrantes en su paso de las filas de la violencia a la vida democrática, pero necesitamos hacer más memoria para entender que el perdón social más allá de ser un acto de humanidad e inteligencia es un acto que reconstituye el tejido social afectado por la violencia.
Sobre ello, El Centro Nacional de Memoria Histórica dentro de sus muy juiciosas publicaciones, ha sacado a la luz un fenómeno poco estudiado dentro de la historia actual del conflicto armado social que poco a poco se está superando: Guerra propia, guerra ajena. Conflictos Armados y reconstrucción identitaria en los Andes colombianos. Los cuales nos traen a la memoria el surgimiento del El Movimiento Armado Quintin Lame –lecturas súper recomendadas– que revive un proceso de paz de gran importancia, que generó el reconocimiento y visibilización ante la sociedad de los pueblos indígenas, influyendo dentro de la conformación del nuevo marco legal e institucional de la Constitución de 1991 y que dio origen a dos grandes instituciones: la ONIC –organización Nacional de Pueblos Indígenas de Colombia- en 1990 y el Partido Alianza Social Indígena-ASI (1991) –ahora Alianza Social Independiente-, el tercer partido político más antiguo de Colombia después de los tradicionales Liberal (1848) y del Partido Conservador (1849).
Después de las negociaciones de paz de 1990, con el gobierno del expresidente Virgilio Barco Vargas, los excombatientes del Quintín Lame, en su gran mayoría indígenas de las etnias guambianas –misak- y paeces del Cauca, entraron en diálogo con otros movimientos armados desmovilizados de la región del Magdalena Medio, las autoridades indígenas y sectores sociales campesinos, quienes decidieron realizar un manifiesto político, surgido del diálogo basado en el respeto, la valoración del otro y la madurez de poder trabajar y observar solamente sobre la capacidad conjunta y sus resultados en beneficio de la nación. De ese esfuerzo de esas personas en su momento, surgieron las representaciones indígenas en la Asamblea Nacional Constituyente, las curules de la circunscripción indígena obligatorias por ley, y la oportunidad para los partidos pequeños y movimientos ciudadanos, para poder surgir y ser alternativa de poder como lo han sido con errores y aciertos a lo largo de estos años.
¿Por qué existen sectores sociales y personas dentro de los líderes de opinión y círculos de trabajo político que quieren generar una dinámica de discriminación y rechazo total a conceder un diálogo social con quienes piensan distinto? ¿De otorgarle una oportunidad a las personas o combatientes que dejan el conflicto para ingresar a la sociedad y a la vida democrática? Es una pregunta que muchos nos hacemos.
Recientemente el exfiscal Alfonso Gómez Méndez , hablando sobre los recientes escándalos de corrupción, le preguntaron, por qué el testimonio de personas condenadas y privadas de la libertad , él decía que el Fiscal o el Juez debe medir los testimonios por su veracidad y la coherencia en relación en la actividad delictiva juzgada en el proceso, y no discriminarlo por su vida o pasado delictivo. Si la justicia y quienes administran justicia DEBEN TENER LA CAPACIDAD de ser objetivos y maduros en el trato con los criminales condenados y con nuestros militares injustamente condenados, entonces ¿por qué es imposible que cada ciudadano genere por sí mismo, una cultura de paz cotidiana basada en el respeto y el entendimiento de la voluntad de cambio y superación del otro?
Colombia, no es un caso perdido para la paz, la historia ha demostrado que la paz y la convivencia entre contrarios no es imposible, la cultura de paz está en nuestra memoria histórica interior, simplemente necesita de actos cotidianos y colectivos para ganar la única batalla que falta por culminar: la batalla contra el miedo, generador de la desconfianza y del odio. Yo creo que el perdón es de personas y sociedades inteligentes que desean vivir en paz y piensan en un mejor futuro para sus familias ¿y tú?