Es sorprendente la noticia que los colombianos recibimos en las últimas horas, por parte del papa Francisco y luego la confirmación de la conferencia episcopal, en donde se da por hecho la visita en septiembre del sumo pontífice con una duración de 4 días en 4 ciudades del país.
Francisco I, un papa que desde su nombramiento ha mostrado su interés de cambio para la iglesia católica, un pontífice el cual considera que una de las instituciones más antiguas de la humanidad debe actualizarse al contexto y ajustarse a las necesidades que hoy afronta la población mundial, un ser que ha dado ejemplo de humildad y diferenciación entre sus antecesores, un hombre que siempre ha creído en la paz y reconciliación como actos importantes para el establecimiento de mejores sociedades.
Seguramente su decisión de visitar el país desde el 6 de septiembre del presente año, es el cumplimiento a su promesa de visitar el país cuando éste lograra llevar a cabo su proceso de paz vigente con las FARC, la visita del papa no sólo es una visita con sentido religioso, tiene un trasfondo político que es notable y lo ha sido, inclusive desde Ciudad del Vaticano, con sus múltiples frases y tweets dirigidas hacia el pueblo colombiano y el proceso de paz.
El papa Francisco quien en su encíclica “Laudato Si” del 2015, donde la premisa principal nace de ¿cuál es el mundo que queremos dejarle a nuestras generaciones venideras?, y en la cual desarrolla su visión acerca del como la humanidad puede salvar y hacer más sostenible el proceso económico en el planeta, si bien el foco de esta revolucionaria encíclica es la relación de las personas con su entorno natural, también es claro en su cuarto principio, acerca de la construcción de la paz, una paz con el entorno, una paz con justicia social y una paz entre las religiones.
Me atrevo a citar el artículo 157 de dicho documento “El bien común presupone el respeto a la persona humana en cuanto tal, con derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral. También reclama el bienestar social y el desarrollo de los diversos grupos intermedios, aplicando el principio de la subsidiariedad. Entre ellos destaca especialmente la familia, como la célula básica de la sociedad. Finalmente, el bien común requiere la paz social, es decir, la estabilidad y seguridad de un cierto orden, que no se produce sin una atención particular a la justicia distributiva, cuya violación siempre genera violencia. Toda la sociedad –y en ella, de manera especial el Estado– tiene la obligación de defender y promover el bien común.” Francisco I, 24 de mayo del 2015.
Lo que es seguro, es que el papa trae un mensaje de unidad nacional para los colombianos, de poder construir un país en el cual se hable de nuestras similitudes y se deje de hablar de las diferencias, pero mucho menos usar las armas para solucionar las mismas incluyendo el trabajo por la reconciliación como principio fundamental entre las partes sociales y mucho más del gobierno hacia la población civil.
Colombia siempre ha sido un país en el cual el papa Francisco ha colocado su atención, la máxima expresión de esto ha sido llamar a las posiciones más opuestas y que han logrado polarizar a la sociedad civil, éste llamado al que asistió el senador Álvaro Uribe Vélez y el presidente Juan Manuel Santos es un ejemplo claro de lo que debemos hacer los colombianos, llamar a juicio a las posiciones opuestas y buscar ante todo su reconciliación, eso es construir focos de paz.
Si bien la estadía del sumo pontífice es corta, llama mucho la atención de visitar una ciudad intermedia, la cual ha sufrido de antemano en sus zonas rurales los crueles estragos de una guerra por casi 60 años y un olvido del estado, el lograr que un papa visité esta zona, es decirle al mundo que para el papa los más olvidados son la base de construir una verdadera paz, una paz social, incluyente y en donde las desigualdades son oportunidades para construir un Colombia en que todos queremos seguir viviendo y en el que estamos orgullosos de haber nacido.