Por: Carla Fernández

Después de mi visita a una de las zonas veredales de transición para la normalización, me quedó claro algo que empezó a rondar mi cabeza después de que el Gobierno Nacional decidió darle visto bueno a la implementación de los acuerdos de la Habana y es el hecho de que el tejido social en Colombia se encuentra demasiado fragmentado, la desesperanza, la desilusión y las heridas que dejó el conflicto podrían convertirse en el cuello de botella para el tránsito hacia un territorio sin conflicto, empezando por el hecho de no estar preparados para recibir de manera adecuada a los futuros reinsertados de las FARC-EP y en un escenario ideal, en un futuro cercano, a los integrantes del ELN.

Evidentemente, esta guerra interna, que parece no tener fin, ha dejado grandes heridas en la sociedad colombiana; algunas personas ven a los integrantes de este grupo guerrillero como monstruos; otros tantos, no creen en el proceso, otros, detestan las acciones del gobierno en torno a la construcción de paz; para algunos, esta acción no es suficiente para construir un país distinto; y para otros, muchos de los integrantes de las FARC deberían estar tras las rejas; ciertos grupos, presumen oscuros intereses de parte de algunos sectores en uso de las facultades que se le concedió al Congreso con el tan famoso Fast Track. A pesar de lo anterior vale la pena decir, que no todo es tan malo, hay ciudadanos que creemos en lo que se está haciendo, estamos dispuestos a aportar al mismo y a hacer la veeduría necesaria para que la implementación llegue a buen término.

Por otro lado, es importante tener en cuenta que el proceso está en un estado bastante prematuro, conforme a ello, es indispensable, resaltar que esta es la etapa más susceptible de todo el proceso hacia el posconflicto: algunos grupos armados al margen de la ley se están tomado determinadas zonas que tradicionalmente estaban ocupadas por las FARC-EP, curiosamente cercanas a lugares de explotación minera y/o de petróleo; el asesinato de líderes y defensores de DDHH en todo el territorio nacional; el aumento en los cultivos de coca en el territorio nacional, según estudios de organismos internacionales; las denuncias frente a la falta de cumplimiento por parte del Gobierno Nacional en la adecuación y sostenimiento de algunas Zonas veredales y campamentarias donde se encuentran concentrados algunos integrantes de las FARC-EP; y la eterna duda sobre el cumplimiento de lo acordado por parte de las FARC.

Sin embargo, cabe resaltar las acciones positivas que ha venido dejando la implementación, por un lado, el grupo guerrillero ya se encuentra agrupado y en proceso de reintegración a la vida civil, ya se inició el proceso de entrega del treinta por ciento de las armas de este grupo, ya se inició la entrega de los niños que se encontraban en las filas de las FARC, y el Congreso, a través del Fast Tranck está dando tránsito a un estado de cosas constitucional para recrear el espacio propicio para dar vía libre y tránsito eficiente a lo acordado en La Habana.

En ese sentido, es de suma importancia reconocer y resaltar que el trabajo más fuerte debe concentrarse en la sociedad, el apoyo a la reconstrucción del tejido social debe ser uno de nuestros grandes objetivos, además, debemos procurar la construcción confianza de la población en la institucionalidad, y hacer de esta última eficiente y de cara a la sociedad; formar ciudadanos conscientemente democráticos; sensibilizar a la comunidad; y abonar a la reconciliación y el perdón nacional.

¡Amigos! El trabajo está en la reparación de las víctimas, en la construcción de una antesala para la reintegración a la vida civil de aquellos que alguna vez tomaron las armas para ser escuchados, pero por sobre todo (y espero entiendan mi insistencia) en la sensibilización del ciudadano de a pie, de aquel que se encuentra desinformado, de aquel que no cree, de aquel odia la política, de aquel que está desesperanzado…

Twitter. @Anto_Pierluigi