Nadie imaginó jamás que el país más rico de América llegaría a niveles tan aberrantes de pobreza; Venezuela, la mil veces rica, aquella que ostenta las mayores reservas petroleras, que posee las tierras más fértiles para la agricultura y que cuenta con las llanuras más privilegiadas destinadas a la ganadería, se encuentra sumida en la miseria absoluta.
Algún desprevenido se preguntará cómo es posible que un país con tan altas ventajas sobre los demás hoy esté afrontando una crisis de magnitudes insostenibles en todas las áreas de la vida. La respuesta apreciados lectores es muy sencilla: socialismo, el maldito Socialismo del Siglo XXI que Hugo Chávez implantó en el hermano país, ese mismo que según afirmó el propio Juan Manuel Santos descubrió hace 6 años había fracasado, pero aun así busca a toda costa implantar en nuestro país.
Ese es el Presidente Santos señores, el más grande oportunista de ocasión, durante el gobierno Uribe arreciaba cada vez más en sus críticas al régimen chavista, luego al llegar a la Casa de Nariño resolvió nombrar al tirano “su nuevo mejor amigo”, otorgándole la facultad de participar de manera activa en la pantomima de La Habana, pero hoy cuando ve que la dictadura está próxima a su fin, Santos experto en traiciones, decide abandonar el barco y salir a lavarse las manos al mejor estilo de Poncio Pilato.
No nos llamemos a engaños, pongamos las cosas en su sitio; en Colombia los amigos del régimen chavista en estas horas de oscuridad guardan silencio, se hacen los de la vista gorda y ni siquiera un trino les merece la condición inhumana que padecen nuestros hermanos venezolanos. ¿Dónde están los Iván Cepeda, Gustavo Petro, Piedad Córdoba y demás fervientes seguidores de la cáfila que arruinaron la nación vecina?
Por el contrario, y ya que todo hay que decirlo, debemos resaltar el papel preponderante de la oposición colombiana que ha permanecido incondicional al lado del pueblo venezolano y de sus representantes, es el caso de los expresidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, del exprocurador Alejandro Ordóñez y la de doctora Marta Lucía Ramírez.
No es tolerable que Venezuela continúe siendo el destino más indeseable para vivir, dadas sus precarias condiciones sociales, su desenfrenada inseguridad, su alto índice de mortalidad; consecuencia de la pavorosa crisis del sistema alimentario y de salud. ¡Esto debe llegar a su fin!
Hermanos venezolanos, el final ya está cerca, sabemos que ese sacrificio no será en vano, huele a democracia y libertad, fuerza Leopoldo, Antonio, Lorent… ¡Gloria al bravo pueblo!