Por: Cesar Pereira

Ese sentimiento de éxtasis político que se sintió en octubre de 2016 después de que los resultados del plebiscito dejaron sin un plan definido a todas las instancias de poder establecido, tanto a quienes hubieran apostado por la dicotomía fastidiosa, peligrosa y triste del sí o el no, este poder entregó una responsabilidad desconocida para la mayoría de nuestra generación, en la que sin apoyo distinto a nuestros iguales, sin color político, sin tradición ni experiencia en movilización y ¡carajo! sin plata…. salimos a la calle con lo único que no nos podían quitar que era la esperanza. Convocados por nosotros mismos, y sin egos destructivos logramos (aunque suene excesivamente romántico) despertar almas, sacar lágrimas y unirnos como país con algo más que cuando juega la selección de fútbol.

Aunque los medios de comunicación alimentaron esa costumbre dolorosa en la que vemos a las regiones apartadas de Bogotá como si fueran las regiones apartadas de Colombia, la verdad es que todo el rollo de la movilización era algo que estaba pasando en muchas Plazas de Bolívar y quien me lea; sabrá que son bastantes las que hay. “La pelaera” en Medellín que salió desde el Tobón, el campamento con organización de multinacional que estuvo en Cali, en Montería y en Cartagena, Los artistas de Buenaventura que se la jugaron con carácter pero movidos por el perdón y las ganas de darle para adelante, el combo de Ovejas en Sucre que por sacar una bandera blanca los sacaron del Municipio, el llamado “Team” en la Universidad del Magdalena o las siempre sorprendentes organizaciones de paz en el Guaviare y todos los que no alcanzo a nombrar ahora.

Sin dudarlo ni un solo instante, el trofeo que particularmente siento que me dejó ese esfuerzo del hijuemadre, fue a esas personas a las que hoy puedo llamar amistades eternas… pero no voy a negar que disfruté realmente que tuviéramos a las 5 una marcha y que a las 4 y media no tuviéramos ni sonido ni tarima, que nuestra respuesta cuando el Presidente preguntó en qué podía ayudar fuera que “no se metiera”, que le dijéramos a Lizcano y a Velazco que la oportunidad de la “Unidad Nacional” era en el plebiscito y que ahora nos dejaran a la gente hacer el trabajo, escuchar de miembros del Centro Democrático que teníamos un discurso sensato y respetuoso y ¡por supuesto! al final del principio poder gritar “TENEMOS ACUERDO”. Pero tengo que confesar mi fastidio inocultable a una pregunta que comenzó a hacerse hace un par de semanas: ¿Dónde está la gente de la paz? Y aunque mi intención era responder con todo lo que he visto que hacen y tratan de hacer todas esas personas que le camellan a la implementación de los acuerdos como parte de un proceso de paz, caí en cuenta del error hasta grosero que es confundir a la gente de la movilización con la gente de la paz… porque creo que no somos nosotros quienes representamos a esas personas sino ellas las que nos representan a nosotros cuando sin ningún interés dejan sus ocupaciones y salen a gritar y a sentir con nosotros. Eso es un movimiento social. A quien pregunte qué ha estado haciendo la “gente de la paz” creo que puedo decirle que ha estado saliendo a trabajar todos los días honestamente a veces ganando muy poco; pero sin robarle a nadie, caminando con los profesores, con el Chocó, con Buenaventura, creo que ha estado indignándose por los asesinatos a líderes sociales, yendo a la Universidad o soñando y tratando de ir, siendo orgullosos campesinos o empresarios responsables, entendiendo que nuestro país es algo mucho más grande que Santos o Uribe y quienes los siguen, ellos no han estado hablando con alguna multinacional Brasilera para financiarse, no han estado haciendo pactos electorales con grupos armados o dejando de ir a trabajar pero cobrando sueldos millonarios.

Un montón de obstáculos han surgido frente a la oportunidad que tenemos para que se dejen de matar los pobres con camuflados de las FARC y de nuestro Ejército y más que buscar culpables y seguir la línea de algún discurso, estoy absolutamente seguro de que la sociedad colombiana esa que está conformada por la gente sin distinción de estrato o región, en donde están las víctimas de Bojayá pero también las de El Nogal, tomó la decisión de estar donde la oportunidad de paz que tenemos como país nos necesitara, y es por eso que la gente de la paz, que somos la mayoría y que no necesitamos ni de un partido o de campañas plebiscitarias, vamos a salir a defenderla porque nos vuelve a necesitar en la calle y unidos.

Prende el televisor, sintoniza tu estación de radio, revisa twitter o asómate a la ventana que mañana 1 de junio vas a ver a la gente de la paz, o mejor; ¡vamos a marchar!

#LaPazEsUnDerechoCarajo

Twitter. @cesarpereirajm