Por: Natalia Bedoya

Los vientos de la reforma tributaria parecen haber afectado a tal punto la inversión, que la lógica de la desconfianza inversionista parece convertirse en una política generalizada que impacta a los empresarios colombianos, lo que ha conllevado a uno de los peores ciclos económicos de los últimos tiempos, y han terminado damnificando las finanzas de los particulares y afectando la generación de empleo.

El pobre desempeño de la economía se ve reflejado en el deficiente crecimiento del PIB (1,1%) y la dramática caída del comercio reflejada en un -0,5%. Sumado a la escasa variación del consumo en los hogares colombianos de tan solo un 1,0%, como reportan cifras de Fenalco, hacen necesario implementar medidas que protejan el empleo y que no generen sobrecostos laborales.

Después de una reforma tributaria, el crecimiento en la generación de empleo es nula en comparación con el año inmediatamente anterior, la proporción de informalidad en el trimestre enero – marzo de 2017 tiene una variación de 0% en comparación con el mismo trimestre de 2016, no se ha logrado ningún avance. (Según cifras de Dane las condiciones de informalidad se mantienen en un 48,5% en las 23 ciudades y áreas metropolitanas más grandes del país).

Es lógico que la alta tasa de informalidad mantiene a muchos colombianos sin el goce de los mínimos derechos laborales, que sumado a la tasa de desempleo y al estancamiento del crecimiento en la generación de empleo, hacen de Colombia un país con pocas oportunidades laborales, situación que se podría solucionar mejorando las condiciones laborales de los trabajadores, sin embargo esto acarrea sobrecostos laborales que acompañados de una carga tributaria podrían terminar generando una mayor tasa de desempleo.

Imaginen una empresa que a causa de la reforma tributaria tenga que pagar más impuestos en el año 2017 y que sumando a una reforma laboral, cada trabajador implique mayores costos a los ya existentes, evidentemente la empresa se tendrá que ver obligada a reducir su nómina.

No se trata entonces de ocasionar una mayor tasa de desempleo o una mayor tasa de empleo informal, se trata de lograr un estabilidad en las reglas de inversión acompañada de mejores condiciones para los trabajadores, que inevitablemente terminen aumentando la tasa de creación de empleo y reduciendo el empleo informal.

Para un empleador, el bienestar de sus trabajadores debe ser sin lugar a duda una prioridad, un trabajador satisfecho genera un mayor rendimiento, que tarde o temprano se verá reflejado en mayor producción.

Recordemos que hace tan solo unos pocos meses, la ex ministra de trabajo negoció un salario mínimo legal vigente inferior al ofertado por la junta de empresarios ¿Qué hacer entonces para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores sin causar un daño a la empresa privada?

La solución es más sencilla de lo que parece, reducir los impuestos y aumentar los salarios, por supuesto con reglas estables de inversión. ¿Si usted fuera empresario, preferiría acaso pagar más impuestos que pagar mayores salarios? Me atrevería a predecir que la respuesta de la mayoría seria no, por supuesto que un empresario prefiere mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores, optimizar su rendimiento y a su vez reducir su carga fiscal.

Es prioritario entonces lograr que la economía crezca en forma sostenible para lograr solucionar problemas sociales. Logro que solo podremos obtener si votamos en 2018 por un presidente que no descuide la cohesión social y la confianza inversionista.

Twitter. @natiibedoya