Mi generación siempre resulta ser la más afectada con las deplorables políticas que implementa el gobierno. En caída libre se refleja el desempleo juvenil junto con la pérdida de confianza inversionista durante el mandato Santos.
El año pasado nos alarmábamos con la cifra de desempleo juvenil que alcanzaba un histórico 15,9 %. Hoy el panorama para los jóvenes resulta ser desolador, en el primer trimestre del año la tasa de desempleo fue 16,6%, muy por encima de la tasa global de desempleo en Colombia, según cifras del DANE.
Para los jóvenes resulta complicado sumergirse en un mercado laboral que va en decadencia por la desconfianza inversionista ocasionada por las malas políticas económicas, generadas por el aumento de los impuestos y las exigencias de las Farc en el acuerdo de paz.
Entre los jóvenes, las mujeres resultan ser las más afectadas. ¿Recuerdan que durante el proceso de paz el gobierno defendió con gran ímpetu un enfoque de género en la implementación del acuerdo? pero en la práctica existe un abandono estatal en políticas de generación de empleo para mujeres. La tasa de desempleo juvenil en las mujeres en el primer trimestre del año llegó a 22,5%, cifra significativamente alta en comparación con la tasa de desempleo juvenil masculina que fue del 12%. (Cifras DANE)
Los jóvenes somos el relevo generacional, sin embargo durante el gobierno del Presidente Santos somos la generación olvidada y afectada por las políticas públicas tendientes sólo a beneficiar a las Farc.
A mi generación el Presidente Santos nos da mal ejemplo de impunidad y prebendas políticas y económicas a un grupo guerrillero, mientras muchos jóvenes permanecen en la calle buscando una oportunidad laboral.
Salta a la vista la necesidad de flexibilidad en la creación de nuevos negocios, y sobre todo la necesidad de recuperar la confianza inversionista, confianza que parece convertirse en desconfianza con la perdurabilidad de la violencia por los nuevos grupos terroristas y los impuestos excesivos para la industria.
Pero sin duda los jóvenes no somos los únicos perjudicados con las políticas del verdugo de los colombianos que habita en la Casa de Nariño, la inversión extranjera directa en el país se contrajo un 20,1 % en el primer trimestre del año habiendo pasado de 2.150,6 a 1.717,3 millones de dólares. (Cifras DANE y Fenalco).
Según Fedesarrollo, la confianza de los consumidores ha caído un 16,9% en mayo. En el mes de abril las ventas en el país se han reducido en un 1,6%. Desde el incremento del IVA, los colombianos hemos pagado 1,8 billones adicionales por este concepto (Cifras Fedesarrollo).
La economía solo ha crecido un 1.1% en el primer trimestre del año, menos que el 2,7% del año anterior para el mismo periodo.
La inversión en innovación, las alternativas de negocios flexibles y las formas de organización con garantías de sostenibilidad y que no se vean arrasadas por la carga tributaria, se hacen necesarias para que los jóvenes tengamos mayores oportunidades laborales.
El efecto recíproco entre el desempleo juvenil y la desconfianza inversionista implica un alto grado de abandono estatal. En Colombia no podremos tener paz si no hay satisfacción de las necesidades sociales, que solo se logran con políticas que generen empleo y políticas de inclusión para los jóvenes.
Renovación para 2018.