Ya no tiene voz propia y ni siquiera identidad fecunda en sus recuerdos, simplemente todo ha cambiado. La han tocado grandes maestros de la corrupción, dueños inmensos de la riqueza y el poder, han jugado con ella desnudándola y volviéndola a vestir, ahora recubriéndola con otros colores y otras formas. La han palpado en sus puntos más recónditos, desde caleños, paisas, costeños, tolimenses, boyacenses y muchos más: ellos la han poseído por partes.
No es ajena, es de todos. La tocan, la humillan, la dejan; pero siempre vuelven a buscarla porque les atrae su cuerpo, su espacio tan prominente y sus infinitas posibilidades. Ella es fría y ardiente, pasiva y explosiva, se deleita al ser tan nombrada y reconocida, algunos infames hablan porquerías de ella, algunos otros incluso hasta poetas la recuerdan y la dibujan en versos, y qué decir de los fotógrafos que la muestran extasiados en un paraíso citadino.
Quien se deja atrapar en ella ya no piensa en irse de su lado, al menos no por el momento, mientras la aprovechan y la explotan. Pero ella, sólo ella permite que la exploren uno por uno, está enferma y se deleita con hombres, mujeres y tiene una gran obsesión por los infantes.
Nunca se esconde ante la oscuridad de la noche, pues allí su imagen se ilumina y su maquillaje se hace prominente para quienes la observan, le gusta vestirse de gala en traje de luces para algunas zonas; y aunque el alcohol, las drogas y otros vicios la persigan de esquina a esquina, siempre sale bien librada porque hay algo más que la caracteriza.
Cada uno de ustedes la puede encontrar fácilmente e incluso al preguntar por ella, hasta los niños saben de su paradero y qué decir de los ancianos, aquellos que han efectuado sus rituales de vida entorno a ella.
Le pueden decir: “La Ramera”, la que es de todos, la que ultrajan y que algunas veces aman, a la que añoran con la mano en el pecho cantando: “entonemos un himno a tu cielo a tu tierra y tu puro vivir blanca estrella que alumbra en los Andes ancha senda que va al porvenir”.
Para los que aún la sueñan, a la de antes, a la de ahora, a la anhelada e imaginada Bogotá.