Por: Nicolás Ordoñez

El Presidente del Bicentenario debe ser un presidente que se parezca más a Bolívar o a Santander, y no a los generales de la monarquía Española, que gobernaban sin mirar al pueblo. Cumple 198 años el país de haber dado la última batalla en consecución de la libertad merecida para un pueblo que fue superior a la opresión de la monarquía, libertad que fue superior ante el despropósito de la ley para pocos y buscaron la ley para todos, ese es el gran legado que nos dejaron la espada de Bolívar, Girardot, Santander, las ideas de  Nariño, Salavarrieta y tantos lideres de la libertadores que, combatiendo con la bendición de Dios y el anhelo de un pueblo, nos dieron 198 años de libertad y los que vienen.

Cuanta alegría me da compartir con colegas en los distintos escenarios que la democracia colombiana es la más estable de América Latina, cuanta alegría me da llegar al consenso que por más errores y falencias, gozamos de instituciones estables, de no tener el recuerdo de una dictadura, de tener un Ejercito al servicio del pueblo, esa fortaleza estatal que tenemos es el gran fortín heredado de la batalla de Boyacá. Batalla la cual nos dio la posibilidad de tener una victoria que duraría toda la historia.

Sin embargo hoy 198 años después, Colombia no va bien. Y digo no va bien, no por la crisis económica que vivimos, al fin y al cabo la economía son decisiones y números que de un año a otro pueden cambiar hasta exponencialmente para bien del país, y tampoco digo que no va bien nuestro país por los altos cultivos ilícitos o los programas sociales que han disminuido en algunos departamentos, al fin y al cabo, estos hechos también están dadas por decisiones de un buen o mal gobierno, en este caso, son producto de malas decisiones del Ejecutivo, y mucho menos digo que no vamos bien, porque la inversión de capitales extranjeros y nacionales esté disminuyendo en sectores del pais, o porque no tengamos una defensa fortalecida frente al caso de San Andrés, esa noticia cambia con la decisión de un gobernante decidido.

Digo que no vamos bien porque la gente, nosotros, el común, considera que el país no tiene un camino marcado, no hay esperanza, no hay certeza, no hay un líder ejecutor que de seguridad al país, no hay un mirada constante de quien ejerce como Presidente. Por el contrario lo que hay es silencio ante temas fundamentales.

No vamos bien porque hoy el país no cree en nada, el país perdió toda credibilidad en las instituciones. Hoy Colombia es un país, que no cree en un porvenir, hoy en las calles de Colombia no se siente el darle credibilidad a ningún proyecto del Estado, y como hacerlo si en la ultima manifestación popular nacional, la del 2 de octubre, el Gobierno obvió la decisión del pueblo, para tomar la decisión de que tomó la monarquía hace 198 años: favorecerse así mismo sin oír a la población.

Mi única reflexión y esperanza está puesta en que el próximo 7 de agosto el camino que se escoja sea diferente, que esa última posibilidad que tiene va tomando fuerza y que quien ya tiene la experiencia del pasado sea la persona que tome las riendas del país. Mi reflexión del 7 de agosto es que el país vive hoy en ese desgobierno de los pocos y tenemos que volver a la democracia de los muchos, no tenemos armas de fuego, sino de ideas y la munición es el amor y la entrega de cada uno de nosotros.

Twitter: @NicoUCD