Por: Cristian Torres Rodríguez

En Colombia los ciclistas están por encima de la ley. La mayoría de ellos no respeta las señales de tránsito y no hay autoridad que los inquiera o sancione por sus maniobras peligrosas. No hay semáforo con luz roja que los frene, no hay cruce con señal de ‘PARE’ que los detenga y no hay manera para subirlos a la ciclo-ruta, pues prefieren zigzaguear entre los carros y jugar con su vida porque les gusta “la adrenalina”, como dijo un conchudo en la carrera séptima con calle 72 en Bogotá, que acababa de violar el semáforo ante la cámara de un periodista. (Ver vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=VrihJ-cgGzM)

Es la anarquía sobre los pedales, aunque se disfrace de niñas bonitas con sonrisa criolla, rubias de corte europeo o señores laboriosos que retan el sudor con sus vestidos de oficinistas encima de los caballitos de acero, que vale decirlo, no tienen la culpa de la irresponsabilidad de sus dueños.

En el caso de Bogotá, a estos ciclistas no les basta los 410 kilómetros de ciclo-rutas y tampoco les bastará los 120 adicionales que se construyen y que convierten a la capital colombiana en la ciudad con la red para bicicletas más basta de América Latina, pues donde hay ciclo-ruta, sacan todo tipo de excusas para no usarlas, aunque el 51% esté en óptimas condiciones y un 38% adicional en buenas condiciones para un total de 89% de ciclo-rutas evidentemente transitables, según la Secretaría Distrital de Movilidad.

Dirá usted amigo lector y pedalista “¡pero es que las ciclo-rutas no están conectadas!”, “¿qué hacer donde no hay ciclo-ruta?”, las respuestas son elementales, ¡pues usar la ciclo-ruta donde la haya y donde no, conducir con el respeto que merecen las normas de tránsito!, a menos que quiera engrosar la aterradora lista de la Agencia Nacional de Seguridad Vial que indica que durante el año 2017, un total de 359 ciclistas resultaron muertos en accidentes de tránsito y otros 2.537 resultaron lesionados de acuerdo a cifras que miden en todo el país.

¡Las señales de tránsito no son de adorno! También en las carreteras nacionales hay vallas con un ícono de ciclista y el mensaje de ‘Protéjalo puede ser su hijo’, pero ¿cómo protegerlos si pareciera que no quisieran su propia vida?

Con esta columna de opinión no se pretende promover un odio a la bicicleta o al ciclista, al contrario, felicitar al biciusuario que no comete las faltas mencionadas en este artículo. Lo que aquí se lee es un llamado de atención para que cada uno ocupe el espacio que le corresponde, no es difícil de entender, peatones a los andenes, bicicletas a las ciclo-rutas y automotores a las vías, aunque la ley indique que los ciclistas puedan usar el espacio que les da la gana, sin embargo, lo que no calcula dicha ley (que debería ser derogada) es que el ciclista abusa de esta condición atormentando peatones y provocando frenos secos a los conductores.

Si bien, los ciclistas contribuyen con una movilidad sostenible (limpia), también las autoridades no deben satanizar al vehículo privado, deben saber que las condiciones de hoy han convertido a los automotores en una necesidad que está lejos de ser un lujo. En los carros se movilizan bebés, abuelitos, personas en situación de discapacidad, hay rutas escolares, taxistas y conductores de Uber que llevan el sustento a sus casas, camiones con transportes de alimentos para surtir tiendas, en fin, toda una sociedad y una economía que contribuye con el crecimiento de las ciudades y el país, entonces ¿por qué quitarles las vías a los automóviles y transporte público para dar paso a unos ciclistas que no usan las ciclo-rutas improvisadas?

Además, los dueños de los vehículos privados pagan más de 400.000 millones de pesos en impuestos (en solo Bogotá) para sostener y construir más ciclo-rutas, ¿Tal vez es hora de tramitar una ley que obligue a los dueños de bicicletas a pagar un impuesto moderado para poder mejorar la infraestructura que necesitan?, ¿Tal vez es hora de obligar a los ciclistas a tramitar una licencia de conducción de bicicleta, con curso incluido, para que se eduquen sobre las normas de tránsito?

Para finalizar, aunque hoy las cifras de los accidentes provocados por los motociclistas son las que más preocupan a las autoridades y ciudadanía, es hora también de poner la lupa en los ciclistas antes de que el monstruo de accidentalidad crezca. En el caso específico de Bogotá, que tiene como meta ser la capital mundial de la bicicleta en 2038 ¡y que ojalá lo logre!, para fortalecer esta propuesta, el país y la ciudad deben promover normas antes de que los ciclistas estén todos muertos para ese año.

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