Si hablamos de crisis, pareciera que Colombia no sale de ella. De manera sigilosa y aparentemente imperceptible, ciudadanos honestos, trabajadores, luchadores pareciera que han ido cediendo terreno a personas cuya única meta es su bienestar personal y el cuidado de su capital construido de manera poco ética, cuya máxima es el fin justifica los medios. Medios asociados con la eliminación de personas, el enriquecimiento fraudulento, la destrucción del ser de las personas, e incluso la destrucción del medio ambiente; muchas de estas acciones disfrazadas de falsas bondades que solo satisfacen necesidades egoístas y ambiciosas de unos pocos.
Lo anterior me lleva a pensar la necesidad urgente que tiene Colombia, y es que el Estado, invierta más en la ciudadanía, recuperar la ética de la ciudadanía, para que, a través de la suma de innumerables acciones transparentes, se logre derrotar desde la ciudadanía activa, aquello que actualmente hace colapsar a Colombia como legítimo Estado de Derecho.
Campañas electorales plagadas de mentiras, la banalidad egocéntrica de muchos, el incremento de la violencia política a través de los asesinatos de líderes políticos, sociales y comunales, es muestra de ello. Así mismo las acciones corruptas instaladas y atornilladas en las instituciones y el poder público y privado, la cultura narcoterrorista; la inminencia de un país que se transforma frente al fenómeno migratorio, el cual trae consigo enormes retos para la ciudadanía, pero también para la institucionalidad, pero también para la empresa privada. Es un derrotero urgente de atender.
He aquí unas luces que ayudan a orientar el camino. Personalmente creo en los pensadores de nuestros tiempos, esta vez traigo a Adela Cortina, una filósofa española que ha quemado sus pestañas escribiendo sobre ética y ciudadanía.
Los siguientes son pensamientos de Adela Cortina, recuperados de la colección Educación en Valores, publicado por la OEI (Organización de Estados Americanos) a propósito de las Metas Educativas 2021. El capítulo 6, está dedicado a “Los valores de una ciudadanía activa”
Lo primero que plantea Adela Cortina es que el mayor capital de un pueblo es su ética. Esto de antemano supone que en los ciudadanos se forje un buen carácter, es decir, tener buenas disposiciones para alcanzar las metas vitales en la vida. Al forjar un buen carácter se eligen los mejores valores, por valores se comprende lo que preferimos, lo que estimamos como más o como menos.
Una jugada indeclinable, para asegurar el futuro en la medida de lo humanamente posible, es contar con buenos ciudadanos, ciudadanos activos, con buen carácter, con buen instinto para lo justo y lo razonable, un instinto para elegir no tanto lo bueno, sino lo mejor.
“La ciudadanía es el más firme capital de los pueblos”, el capital es un activo producido, productivo y duradero, que no se agota con un solo uso. Lo que da a entender que son inversiones que pesan en un país.
¿Qué significa ser ciudadano? La ciudadanía es el tipo de vínculo que une a quienes conviven en una comunidad política, hoy por hoy, Estado de Derecho, desde la diferencia de etnia, lengua, religión o estilo de vida. De ahí que todas las acciones, argumentos e informaciones que nos dividen desde el desconocimiento de las diferencias nos llevan a la extinción como sociedad.
Por supuesto que en Colombia apremia, cultivar la dimensión común, es decir, la dimensión de pueblos (Demos), que no niega las diferencias legítimas, sino que se construye desde ellas, integrándolas, pone las bases de un mundo más feliz y justo. Nuestra dimensión común se ha visto afectada por la desconfianza, en Colombia, lastimosamente justificada, por las decisiones desacertadas que se han creado, el permisivismo, el todo vale. Pero esto es cambiable.
Es cambiable, en tanto desde la educación primaria, secundaria y terciaria, la ética se convierta en ejes transversales de los planes de estudio, no solo una asignatura de 45 minutos semanales. En tanto, el periodismo no diga verdades parciales, lo cual se traduce en falsedad para quienes consumen información a través de los distintos medios de comunicación impresos y virtuales. Es cambiable en cuanto en los centros de trabajo públicos y privados se afiancen los valores corporativos que identifican las empresas u organizaciones. Los valores éticos deben estar presentes en nuestras relaciones personales, familiares, sociales, políticas, entre otras.
“El ciudadano en sentido normativo, es un ciudadano auténtico, “un verdadero amigo” los pueblos para desarrollarse y prosperar, necesitan contar con buenos ciudadanos. Las verdaderas democracias tienen que serlo no solo de votantes sino sobre todo de ciudadanos y además de ciudadanos activos”