Más que un candidato presidencial serio, Petro es un pirómano. En todas las visitas registradas a diferentes municipios de Colombia, el candidato ha incendiado lo que encuentra por delante y ha dejado de saldo, un profundo caos social. Más que proponer algo para unir al país, Petro usa las armas más letales para una democracia, el populismo, la lucha de clases, las falsas promesas. Y lo peor de todo es que le funciona y se siente muy cómodo.
El país es una olla a presión que quiere explotar, y a Petro le conviene que se reviente todo. Cúcuta hasta el momento ha sido la plaza más caliente. Movimientos sociales del Catatumbo, y cientos de cucuteños fueron a apoyarlo en su visita. Días antes calentó la tarima y con facilidad acorraló a la clase política local que desde ya hace varios lustros ha manejado el departamento de norte de santander, dejándolo hecho trizas. No lo digo yo, lo dicen las cifras de desempleo, informalidad y el aumento del crimen organizado en la región.
Es muy fácil ganar votos acorralando a la clase política que dirige a Cúcuta. Sin embargo, la verdad es que ni los que gobiernan ahora, ni Petro o Pernia o Bolívar, son la solución para la crisis sin precedentes que vive la ciudad y el resto de municipios de norte de Santander. La única solución pasa por remover con votos a la gran mayoría de concejales, congresistas, a los dos alcaldes y al gobernador de norte de Santander.
Ahora bien, desde ya hace varios años Petro ha demostrado que no sabe gobernar, solo hay que revisar cómo dejó a Bogotá; pero hizo importantes denuncias como Senador, y eso toda la clase política se lo reconoce. Por lo cual, se debería investigar a profundidad las denuncias del candidato presidencial con respecto al poder de mando sobre la alcaldía de Cúcuta del condenado Suarez. Parece muy raro que tanta gente esté hablando del tema y no haya acciones concretas por parte de la Fiscalía General de la Nación; es frustrante que nada pase en esa ciudad. Esperemos que congresistas, concejales, el alcalde y el gobernador sean investigados por las entidades de control, para aclarar si tienen o no relación con las mafias del departamento.
Finalmente, asusta pensar que nuestro país lo pueda dirigir Gustavo Petro. Preocupa qué pueda pasar con la libertad de expresión, con los empresarios, con las instituciones que tanto nos ha costado fortalecer. Pero lo que más preocupa no son estas elecciones, sino las siguientes. Tal vez en esta ocasión este candidato solo logre pasar a segunda vuelta y pegarnos un susto. Pero si no se resuelven los problemas de fondo del país, si se permite que se gobiernen ciudades desde las cárceles y que estas se hundan en la pobreza, probablemente para el 2022, este dictador en potencia llegará al poder. En ese momento, millones creerán que no habrá mucho más que perder.
Lo que viene… A votar el próximo 11 de marzo por nuevas caras en el Congreso de la República. Apliquemos esta frase que le atribuyen a Einstein. “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.
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