Los economistas nos hemos pasado la vida creando y apostando por técnicas y pensamientos teóricos para lograr entender cómo se comporta la sociedad, y así administrar y distribuir de alguna forma los recursos escasos. Sin embargo, una teoría económica no es más que una hipótesis que se centra en aspectos objetivos y tuvo lugar en un periodo de tiempo, sin lograr tener en cuenta factores adicionales a los supuestos.
Lo anterior permite dejar atrás los pensamientos capitalistas o comunista, y abrirle campo a que la teoría económica evolucione continuamente hacia un desarrollo integral de los seres humanos, a través del estudio psicológico y de comportamiento del mismo ser en los distintos estadios, escenarios, y espacios de relación social, moral, profesional, académico, entre otros donde no se traspase el principio de libertad de los demás seres humanos.
Ahora bien, la corriente predominante en la economía cree en los supuestos donde el ser humano es racional, tiene acceso a toda la información en los mercados, y enfoca sus acciones en maximizar su bienestar. Sin embargo la realidad nos demuestra que somos impulsivos, emocionales, no tenemos acceso a la totalidad de la información, y nos dejamos llevar por el egoísmo, lo que genera en realidad que: tomemos malas decisiones y le demos más importancia a las pérdidas que a las ganancias, aunque en valores absolutos sean lo mismo.
Richard H. Thaler se ganó precisamente el Premio Nobel de Economía en el 2017 por relacionar los análisis económicos con los psicológicos en la toma de decisiones de los individuos. Kahneman & Tversky desarrollaron la Teoría Prospectiva donde involucraron el confort que tiene el individuo para no tomar decisiones, los valores sentimentales que le damos a los bienes materiales, y el valor que le damos a las perdidas por encima a el valor que le damos a las ganancias.
Entre el pensamiento teórico de los tres, se puede concluir la necesidad de diseñar parámetros y reglas de juego para mejorar el beneficio conjunto de la sociedad desde el punto de vista del comportamiento económico del individuo, donde el establecimiento de un institucionalismo y un aparato legislativo robusto creen marcos de comportamiento para hacer que el individuo tenga rutas y caminos hacia el desarrollo de sus libertades, y hacia su desarrollo económico, como alguna vez lo menciono Amartya Sen.
En este orden de ideas, cuando se habla de que la razón está en la emoción, se trata de darle mayor ponderación racional al comportamiento humano en la teoría económica. Se trata de centrar las políticas públicas, económicas, y sociales en crear marcos de comportamiento que le brinden libertad al individuo, lo incentiven a pensar positivamente, lo vuelvan resiliente, le brinden apoyo para la innovación y la creatividad, le involucren la tolerancia al fracaso, y lo concienticen de las capacidades que cada individuo tiene para desarrollarse personalmente.
Lo anterior generara confianza a cada individuo y en general a la sociedad, y con esta confianza basada en un institucionalismo claro, se aumenta psicológicamente el bienestar del individuo, la capacidad inversionista, la innovación en los procesos productivos, el empoderamiento laboral, el sentimiento para aumentar nuestro crecimiento económico y desarrollo a una sociedad cívica y productiva.
Realmente la economía requiere que se estudie más las emociones y sentimiento de los individuos, para lograr una sociedad en donde el sentimiento y la emoción de los individuos sean el motor de desarrollo de países del tercer mundo como Colombia.