Colombia está en la parte más dura de las elecciones a la presidencia, donde la polarización, el odio y el revanchismo empiezan a ser tema de conversación todo el día. Los periódicos y medios de comunicación empiezan a tener marcadas tendencias y tratan de luchar fuertemente por mantener la neutralidad. Las firmas encuestadoras se encuentran en jaque cada vez que entregan una nueva encuesta, dado que se han venido equivocando sistemáticamente en las elecciones a nivel nacional e internacional.
A los candidatos cada vez se les complica mantener la coherencia y empiezan a ofrecer esta vida y la otra con el objetivo de ganar. Empiezan a escucharse propuestas realmente desbaratadas, como poner una sola corte o eximir el IVA por 6 días al año. Empiezan a hacer magia y hasta están dispuestos a bailar vallenato, champeta y reggaetón con el fin de ganar adeptos. También se vuelven locos por tildar a todos de corruptos y engendrar odio de clases en la sociedad.
Colombia pasa por los peores días de incertidumbre. Después de haber acabado bien o mal un conflicto de más de 50 años, estamos tratando de encontrar la senda correcta al futuro, y en ese afán no podemos caer ni en una curva de aprendizaje, ni el odio de clases, como tampoco en un revanchismo de parte de los exmandatarios. Colombia requiere responsabilidad desde las bases ciudadanas, y no una demagogia barata que en realidad nos dicen lo que queremos escuchar.
Colombia es una empresa y nosotros los ciudadanos somos lo accionistas, y como accionistas tenemos la responsabilidad de escoger al mejor presidente el próximo 27 de mayo. No debemos canalizar nuestro voto a los extremismos de derecha, ni a los de izquierda y, por el contrario, debemos centralizar nuestra decisión en seleccionar a un presidente que tenga experiencia, carácter y las mejores propuestas.
En esta contienda electoral no podemos caer en la tentación de votar por aquel que va primero en las encuestas, gracias al miedo de botar nuestro voto por el que va perdiendo. En esta contienda no hay espacio para el voto útil, ni mucho menos anclar nuestro voto en el candidato que cree que es el único que puede derrotar la extrema izquierda, y que a la par nos quiere quitar la tutela a través de consagrar una sola corte.
Aquí no se trata de carisma o empatía, aquí se trata del futuro de Colombia. Se trata de seleccionar a la fórmula que haya tenido la mayor experiencia y con mayores resultados, se trata de seleccionar la formula que tenga compromiso por la patria. Se trata de votar por personas que tengan las más completas propuestas de política pública para la economía, la salud, la seguridad, la educación y las relaciones internacionales.
Esto se trata de votar por la fórmula que conforman Germán Vargas Lleras y Juan Carlos Pinzón, quienes son los dos hombres con más experiencia, resultados y propuestas claras para cada tema que acongoja a los colombianos. Aquí no se trata de continuismo, ni de apellido, se trata de que estos hombres han entregado su vida por el bien del país y nunca van a llegar a gobernar para los intereses propios o de los exmandatarios. Vargas y Pinzón llegaran con la experiencia y el carácter para hacer las reformas necesarias que se necesitan para llevar a Colombia al futuro.