Por: Jair Peña Gómez
El gobierno Santos llega a su término con un acuerdo tambaleante, estancamiento económico, déficit fiscal, deuda externa en su pico histórico, institucionalidad débil, separación de poderes desdibujada y una estela de corrupción sin precedentes. No obstante, hay que destacar tres gestiones de su administración:
- Ser Pilo Paga: es un programa que financia la demanda en educación, en respuesta a una política fracasada de financiación de la oferta, generando acceso a la formación profesional en universidades privadas de miles de jóvenes de bajos recursos. Eso es integración social real y creación de oportunidades.
- Ingreso a la OCDE: el denominado club de los países desarrollados brindará apoyo internacional en la elaboración de estrategias para mejorar la competitividad, potenciar la productividad, superar la pobreza, aumentar la escolaridad y consolidar un sano sistema pensional.
- Ingreso a la OTAN: la amenaza del terrorismo global exige nuevas estrategias y un trabajo mancomunado. Colombia no puede estar rezagado en dicha materia. Por otro lado, es un poderoso argumento disuasorio en un escenario hostil para el país, como lo es el actual, con una dictadura comunista en Venezuela, que nuevamente contará con recursos como en la época de Chávez, dadas las sanciones económicas de Estados Unidos a Irán y el incremento de los precios del petróleo. Se ven venir amenazas de guerra como elemento distractor de la hecatombe social y el éxodo del país vecino, se escucha a lo lejos Maduro parafraseando al comandante, «movilicen los tanques a la frontera», «envíen los Sukhoi a la Base Aérea Rafael Urdaneta en Maracaibo», «necesitamos 15.000 hombres en los estados limítrofes con Colombia», etc. Debemos tener capacidad de respuesta.
Retos para el próximo gobierno
Iván Duque, próximo presidente de Colombia, conjetura de quien escribe, deberá enfocarse en mejorar las relaciones diplomáticas con nuestros dos aliados más importantes: España y Estados Unidos. Luego del descubrimiento del Galeón San José, patrimonio de nuestra nación, las relaciones con España atraviesan un momento de tensa calma. En lo concerniente a Estados Unidos, el gobierno Santos se enfocó en brindar garantías a los altos mandos de las FARC: alias Pastor Alape, alias Iván Márquez, alias Timochenko, alias Marcos Calarcá, alias Pablo Catatumbo, alias Andrés París, alias Jesús Santrich, entre otros. Cosa que no ha sido bien recibida por las autoridades norteamericanas. Sobre la mayoría de ellos reposan órdenes de captura y solicitudes de extradición.
También deberá dar prelación al saneamiento fiscal del país, reduciendo gastos inoficiosos, especialmente pasando a manos de los ministerios correspondientes cada una de las Altas Consejerías que se crearon en el gobierno Santos para pagar favores y cumplir cuotas burocráticas, y acabando de una buena vez el derroche en propaganda estatal. Vale la pena analizar el proyecto de ley que se debate en este momento en el Congreso de Perú, que tiene por fin terminar con la publicidad estatal en medios privados. Si se aplica, tiene dos efectos positivos: reducir el despilfarro del erario en publicidad y garantizar la libertad de la prensa.
En suma, deberá tomar medidas de fondo en la mayoría de las grandes empresas de la presidencia de Santos. Es necesario modificar el proceso con las FARC para darle legitimidad de cara a los ciudadanos, es necesario reducir la carga tributaria a las empresas nacionales y extranjeras, es necesario que muestre voluntad política para llegar hasta las últimas consecuencias en los casos Reficar, Odebrecht, Fidupetrol y cada escándalo de corrupción que ha aquejado al país en estos años de socialdemocracia santista.
Por último, como compromiso y reto más importante, deberá lograr cohesión social, hay que buscar el consenso de los colombianos en puntos esenciales, lo que Álvaro Gómez Hurtado llamó el «acuerdo sobre lo fundamental», sólo así lograremos mirar a un mismo norte, teniendo un proyecto común como nación. Surtido ese paso, se podrán implementar políticas de Estado, antes que políticas de Gobierno.
Apostilla: La arrogancia del fajardismo por tener un candidato es profesor, no tiene asidero. Todos los candidatos a excepción de Vargas Lleras han sido profesores. Que por favor nos muestren el grado en superioridad moral que recibió Checho junto a su PhD.