Por: Sebastián Zapata Callejas

Gran expectativa existía en el país por lo que podía pasar el 27 de mayo en las elecciones a Presidente de la República. Como siempre múltiples posiciones encontradas giraban en el entorno nacional. Unas, por ejemplo, daban a Iván Duque como presidente en primera vuelta; mientras que otras, como las de Gustavo Petro, expresaban futuro un fraude total y básicamente a un llamado a la desobediencia civil.

Lo cierto es que después de las 4: 00  p.m. del pasado domingo electoral, se debe precisar que sucedieron algunos escenarios que eran de esperarse, pero también se dieron varias sorpresas que van a marcar fuertemente las próximas votaciones.

Entre los acontecimientos que se daban por sentados, salió a relucir la estrepitosa derrota del ex negociador de paz y tecnócrata experimentado, Humberto De La Calle, quien en medio del abandono y la fragmentación del Partido Liberal sacó una mínima votación de 2%. La cual ni siquiera le alcanzó para pasar el umbral electoral, haciéndole acreedor de una millonaria multa y que de paso, prácticamente, lo obligó a cerrar su ciclo en la vida pública.

Del mismo modo, y como muchos lo sabíamos,  Iván Duque no alcanzó más del 50% de la votación para evitar una segunda vuelta presidencial. Ni muchos menos se robaron las elecciones como lo vaticinaban Gustavo Petro y sus seguidores.

Por otro lado, en lo que respecta a las sorpresas, es de resaltar que la primera de ellas fue la votación de Germán Vargas. A este no le sirvió tener el programa de gobierno más estructurado ni el haberle dedicado más de 30 años de su vida al servicio del país, pues obtuvo alrededor de millón cuatrocientos mil sufragios. Algo que para muchos fue bastante impensado, ya que él era uno de los llamados a pelearse la estancia en el Palacio de Nariño los próximos cuatro años. Esto lo llevará de seguro a reinventarse políticamente, como ya lo ha sabido hacer muy bien en un par de ocasiones.

La segunda sorpresa, fue lo que alcanzó el voto de centro, centro izquierda, izquierda y extrema izquierda, o más bien el supuesto “voto anti establecimiento”, que ganó bastante terreno en el mapa político colombiano, el cual respondió en parte al desgaste de los 8 años del gobierno de Juan Manuel Santos y a la situación de incertidumbre que afrontamos hoy los colombianos, en temas tan sensibles como la implementación de los acuerdos de paz con las FARC-EP, la situación económica, la crisis en materia de empleo y pensiones, por mencionar algunos.

Esta coyuntura generó, entonces, que Gustavo Petro obtuviera casi cinco millones de sufragios y Sergio Fajardo, pesé a sus posiciones tibias en ciertos asuntos de interés nacional, se llevará un decoroso tercer lugar en el podio electoral, con un 23% de escogencia por parte de los ciudadanos.

Dicha coyuntural, se puede decir que también forjó que la centro derecha, derecha y extrema derecha del país se llevará casi el 40% de los votos en la contienda electoral, perfilando a Iván Duque como el candidato con mayor posibilidad de ser el presidente más joven de Colombia en más de 200 años de historia republicana.

Ahora bien, no queda más que esperar qué va suceder estos próximos días. En este orden, hay que esperar quien entre Duque y Petro, es capaz de generar y consolidar más opinión pública a favor y aglutinar más apoyos sociales y políticos-o mal llamada maquinaria-, para obtener la mayoría votos el 17 de junio. Ya Colombia decidirá entre dos modelos diametralmente opuestos en términos ideológicos, ojalá que el mayor ganador sea el país.