Por: Juan David Escobar Cubides
Los medios de comunicación tradicionales juegan un papel importante en la democracia, más aún cuando estamos inmersos en contiendas electorales. La imparcialidad y la independencia son baluartes fundamentales de un periodismo serio y estructurado.
Aquellos que laboran en medios carentes de autonomía, en la medida en que están llamados a apoyar candidaturas con fines burocráticos, no merecen autodenominarse periodistas, ya que ello constituye una ofensa asqueante para tan digna profesión, pues la convicción es vital en esta sagrada actividad. Siendo lo anterior, un acontecimiento sumamente repugnante, dicho aspecto se agrava, cuando censuran opiniones desinteresadas por trasegar en contra de sus agendas políticas, relegando a lo peor de la condición humana a sus colaboradores. De esta manera, consideramos una falta de respeto que alguien se tome el trabajo de aportar trabajo y esfuerzo en un medio y que, el mismo no sea valorado porque, supuestamente, desvanece las realidades de determinado personaje.
Pero, resulta mucho más soez, cuando publican notas a favor de determinado candidato, y otras en contra de su contendor electoral. En este evento el sesgo es, sinceramente, bochornoso. Y frente a ello nos preguntamos: ¿Cómo es posible que medios tradicionales de sobrio ‘prestigio’ permitan publicar textos que vanaglorian las supuestas ‘cualidades ejecutivas’ del candidato de izquierda, pero impidan la publicación de aquellos que se atreven a controvertir el desagradable fenómeno populista? De manera que, ¿Apoyan las tesis positivas a favor de uno, pero desestiman las del otro? ¿No les produce vergüenza incurrir en tan aberrante periodismo prepago? ¿No es ello lo mismo que hicieron con los opositores, los Castro en Cuba y Chávez- Maduro en Venezuela?
Son despreciables, por demás, este tipo de actuaciones, porque la seriedad en la generación de opinión debe proporcionarle a los lectores diversidad de posturas políticas e ideológicas que, les permita acceder a un abanico de posibilidades existenciales encaminadas a motivar un análisis personal, según su visión particular. Y es tal cual como lo expresamos, porque bien acogidos son los portales que surgen en la era digital con determinadas inclinaciones ideológicas, pues la idea de estos es encontrar tribunas que les han sido denegadas en espacios tradicionales. No obstante, despreciamos sobremanera esos periódicos departamentales, regionales y locales, supuestamente reconocidos en diversos territorios por su rigor informativo que, no tienen siquiera un ápice de vergüenza para censurar opiniones argumentadas y sustentadas.
Lo triste del asunto es que, si eventualmente el candidato de la izquierda radical llegare a la presidencia, fácilmente podríamos deducir qué papel jugarían esos medios de comunicación: ‘trabajarían’ enmermelados abruptamente (más que en la perversa era de Santos) para justificar las burradas de un populista desaforado. Afortunadamente, dicho candidato nunca será presidente y esos pasquines tradicionales no perdurarán con dichas intenciones. Por el contrario, perderán sustancialmente infinidad de lectores.
Es por esta razón que, consideramos indispensable ser coherentes y consistentes, pero, sobre todo, respetuosos con el ejercicio periodístico. Es una afrenta no valorar el punto de vista de una persona, ni la lectura de un espectador por consecuencia de los fanatismos extremos.
¡Así jamás podrá ejercerse el periodismo!