Imaginemos un país sin clase media donde sólo existen ricos y pobres, por definición, para eliminar todo vestigio de clase media, la riqueza tiene que concentrarse en una minúscula minoría y la pobreza debe constituir la inmensa mayoría. Para garantizar el supuesto, el Estado no debe tener facultades para generar mecanismos de superación de la pobreza, dejar de ser pobre sólo puede ser posible a través de un acontecimiento extraordinario
El contexto que acabamos de imaginar es el de un país muy desigual y aunque es imposible hablar de completa desigualdad pues no existe en ningún país del mundo, como tampoco la completa igualdad, cuando hablamos de Colombia partimos de un diagnóstico real que hacen entidades como el Banco Mundial y que indican que vivimos en el tercer país más desigual del mundo, nos acercamos a la hipótesis del primer párrafo
Es preciso entender que hay dos formas de acumular riqueza: creándola mediante una iniciativa productiva, o trasladándola de un bolsillo a otro, dicho esto, una alta desigualdad exhibe un orden social donde existen unas personas muy ricas debido al beneficio que obtienen por el simple hecho de tener la propiedad de un capital sin crear riqueza (renta de capital) o de un monopolio, una clase media que se deteriora porque su riqueza se traslada a la parte alta y una tercera porción de la sociedad estancada en la trampa de la pobreza.
El dueño de un latifundio improductivo, de un banco, de un cártel del narcotráfico o un heredero de alguna de estas formas de acumulación no crea riqueza, simplemente traslada a su bolsillo la riqueza de otros, principalmente de la clase media.
La obra de Piketty es famosa porque demuestra científicamente con la más amplia fuente de datos que cualquier estudio económico sobre la materia, que una rentabilidad de capital por encima de las tasas de incremento de la producción y del ingreso, redunda en desigualdad, en síntesis, el cóctel colombiano que mezcla poca productividad, concentración de riqueza y alto rendimiento del capital está destruyendo a la clase media.
A ese escenario llegamos por la decisión de la fracción más rica de la sociedad que optó por convertirse en buscadora de rentas abandonando su vocación industrial, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, explica que esas búsquedas de rentas se realizan sobre transferencias y subvenciones que hacen los gobiernos haciendo menos competitivos los mercados y se encuentran. En otras palabras, los políticos regalan recursos a la parte alta para la acumulación patrimonial y se los quita a los empresarios con vocación productiva que podrían crear riqueza y ampliar la clase media, hacen más fácil la economía parasitaria que la productiva.
Por eso la mayoría de los que intentan crear empresa, tienden a fracasar porque la competencia es terriblemente imperfecta, porque sobre la clase media se imponen toda clase de barreras tributarias y administrativas, el problema resultan ser los gobernantes que incentivan el parasitismo y el dinero fácil.
La desigualdad entonces es el resultado de políticas económicas y no de leyes naturales como afirman en el uribismo
Un ejemplo de eso es la propuesta del candidato Duque y su entorno político de bajarle los impuestos a los magnates con el fin de crear más empleo aún cuando los sistemas tributarios regresivos han fracasado en ese intento, basta repasar los resultados de Reagan, de Bush o de Santos.
El hueco fiscal que se abre por la disminución impositiva a los más ricos tiende a compensarse con el aumento de impuestos regresivos como el IVA que afecta principalmente a la clase media, reduciendo los ingresos disponibles de los consumidores.
Para incentivar a un empresario en un mercado competitivo a ampliar la oferta aumentando su planta de trabajadores e invirtiendo en bienes de capital es preciso el aumento de la debida demanda, es decir que la gente consuma más de eso que el empresario produce, la forma más concreta para lograrlo es aumentando los ingresos disponibles de la clase media, no disminuyéndolos.
Pero una característica de la actividad rentística es que tiende a ser fija en la oferta, por lo tanto, disminuir impuestos al rentista no es más que trasladar recursos públicos a su bolsillo, la disminución del ingreso disponible para el consumo termina afectando al microempresario que no encuentra clientes en el mercado interno, conduce a la clase media a la deuda con el banquero o con el prestamista gota a gota para mantener hábitos de consumo o sobrevivir en la industria.
Por eso la propuesta de Petro, de transitar de una economía parasitaria, feudal en lo relativo a la tierra y desindustrializada, a una economía productiva en el marco de un capitalismo moderno basado en la teoría de la productividad marginal, que sugiere mejores beneficios a los más productivos por ende a los más cualificados vía mercados competitivos, resulta ser la más sensata. El uribismo trivializa sobre esto, pero expuestos mis argumentos insisto en preguntar: ¿Quiénes son entonces los que quieren todo regalado?