Por: Josué Martínez

Sin dudas el Mundial de fútbol Rusia 2018 ha sido hasta ahora uno de los mundiales con más sorpresas de la historia. Y no solo por los resultados inesperados sino también por los equipos que se clasificaron a él y los que no, siendo los más grades ausentes: Italia, Holanda, Chile y Estados Unidos; y los debutantes Islandia y Panamá.

Un mundial atípico por donde se le mire y en este momento, cuando ni siquiera termina la fase de grupos, los números indican que será uno de los mundiales con más goles y que el goleador, se irá a casa con la bota de oro, después de haber marcado muchos más goles que en la competición orbital anterior, teniendo en cuenta que el goleador de Brasil 2014 fue el colombiano James Rodríguez con seis tantos y en Rusia 2018, apenas con dos partidos jugados, hay un jugador que ya tiene cinco anotaciones, y varios que tienen de a cuatro y cinco dianas.

Esto ha sido ampliamente comentado en redes sociales y ante el desastre que los resultados inesperados han hecho en las populares pollas, se volvieron virales frases como: “El que vaya bien en la polla, es porque no sabe nada de fútbol”. Frase que en principio suena cuerda, pero que me hizo pensar un poco más en todo este asunto, llegando a la conclusión de que, tal vez no sea tan cierta como parece. Creo que lo visto en el mundial hasta ahora, tiene mucho que ver con la realidad de la vida que todos enfrentamos, y muy poco de casualidad.

En el debut de Alemania, principal favorita para llevarse la copa, que tiene ya cuatro títulos orbitales y ha llegado 12 veces en su historia a las semifinales, se vivió una de las principales sorpresas. El seleccionado mexicano la venció con un solitario gol del Chucky Lozano en el primer tiempo. Cualquier persona que crea saber de fútbol, habría puesto sin duda como ganador a los teutones. Pero me sorprendió ver una entrevista que dio el Chicharito Hernández a David Faitelson poco antes de la cita mundial, en la que le decía al periodista, quien se burlaba del positivismo de Hernández; que por qué no podían soñar con ser campeones del mundo y pasar de primeros en el grupo.

-Javier, seamos serios, México no está para ser campeón del mundo -decía Faitelson.

-¿Por qué no podemos ser Grecia en la Eurocopa o Leicester City en la premier?- le contestaba el delantero.

Sumado a esto e inmediatamente se acabó el partido, Juan Carlos Osorio, entrenador colombiano al servicio de los mexicanos, dijo que el partido en sus últimos minutos había salido tal cual lo había planeado previamente. Es decir que ese resultado no fue ninguna casualidad y lo planeado era ir ganando y terminar defendiéndose y así cuidar el resultado, tal y como terminó sucediendo.

Por lo anterior me parece que este “sorpresivo” resultado, no fue una casualidad o un acto de magia, lejos de eso, fue el trabajo previo de un entrenador, transmitido de buena forma a un grupo de competidores y llevado con éxito en un escenario deportivo. Personas, deportistas, trabajadores que están convencidos de sus capacidades y que creyeron en una forma de hacer las cosas, se creyeron que podían y salieron con dientes apretados y toda la actitud a buscar un resultado que ya habían visto en sus mentes. No hay nada de extraño o mágico en eso. Y me parece que es una valiosa enseñanza para la vida, más equipos de fútbol y más grupos de trabajo, empresas y organizaciones, deberían dejar a un lado las imposibilidades históricas, las barreras sagradas que parecen inquebrantables y planear la manera de superarlas y salir a enfrentar las circunstancias con dientes apretados y creyendo que se puede. Los resultados no deben ser más producto del azar y del destino. Está más que demostrado que con lo que cada quién hace, cambia para bien o para mal su propio destino y que las estadísticas y los pronósticos son solo un punto de referencia para salir a romper y cambiar la historia. No se debería a estas alturas estar dando resultados por sentado, en el fútbol y en la vida.

Otra de las sorpresas en el campeonato del mundo ha sido la floja presentación de la selección Argentina, con Lionel Messi a bordo. Situación que, estudiándola a fondo, no tiene nada de sorpresivo. Y no tiene nada de sorpresivo, ni siquiera en lo futbolístico. Argentina viene careciendo de brillo hace mucho tiempo, habría que remitirse a penas unas semanas atrás cuando fue goleado por España 6-1. Pero se ha hecho todo un escándalo desde Rusia y desde Argentina, con todo lo que sucede al interior del seleccionado suramericano. La prensa dice que está todo roto y que hay una especie de golpe de estado de los jugadores hacia el técnico Sampaoli y que posiblemente la alineación titular con que enfrentarán el partido decisivo ante Nigeria, va a ser definida por los viejos caudillos del equipo.

Hay dos cosas que quisiera anotar respecto de lo que sucede con la albiceleste. La primera es el orgullo y la petulancia con que algunos presentan los resultados de los partidos. Cosas como: “No le pudimos ganar a un equipo de granjeros y pescadores”. Refiriéndose al equipo Islandés. O como: “Vergonzosa caída ante Croacia”. Muchachos argentinos, pienso que ya es hora de que sepan, lo que todo el mundo ya sabe; que hace rato en muchas otras naciones del mundo se juega al fútbol y mucho mejor incluso que en su país, y que, una vez dentro de la cancha, el fútbol es once contra once, sin importar camisetas o nombres. Hace rato ya en el fútbol no se gana con la historia o con los apellidos. Entonces no hagan un escándalo cuando su selección pierde porque, ya es bastante frecuente que eso pase.

Lo segundo es que lo que comienza mal, termina mal. Argentina tiene una federación marcada por la corrupción y el pésimo manejo de sus dirigentes.  Hace mucho tiempo la liga argentina no es ni la sombra de lo que era y perdieron el rumbo, con dirigentes amigos o familiares de los anteriores dirigentes y un manejo que más se parece a campañas políticas, que a un verdadero interés por el deporte. Sumado a lo anterior, los jugadores argentinos tienen en la selección una vitrina en la que exhiben sus egos, tratando cada cual de ser el jefe, peleando entre ellos por demostrar quién es el más importante y quién es el que manda. Algunos dicen que a la cabeza de ese circo está el mismísimo Messi y después Mascherano. En un momento tan crítico para una selección ¿Puede caber en la cabeza de alguien que los jugadores estén haciendo formaciones entre ellos, desconociendo al técnico y manifestando que: si quiere que esté en el banco en el partido contra Nigeria y que si no quiere, pues que no esté? Pero hasta donde les da el orgullo a estos muchachos, quiénes se creyeron que son, están enterados de que todo un país está pendiente de lo que hacen, no ellos, sino en representación de una camiseta, de una bandera y de un país, y no de sus nombrecillos que pasarán, como todos los anteriores, a la historia, y a propósito, con muchas más pena que Gloria, porque esta camada de los Mascherano, los Agüero, los Higuaín, los Di María, en fin, los amigos de Messi, no consiguieron absolutamente nada para su selección.

Pienso que de esto ni siquiera hay que concluir nada, cada quién sabrá que lo que pasa con el fútbol en argentina y repercute en su selección nacional, es un claro ejemplo de lo que no se debe hacer en una empresa, en una familia, en la vida… en fin, en nada.

Y por último quisiera referirme a lo sucedido con la selección Colombia que pisaba tierras rusas con inmensa ilusión y gran expectativa, teniendo en cuenta su buen desempeño en Brasil 2014 y confiando en un proceso largo y consistente y en el buen momento deportivo de la mayoría de sus futbolistas. Tres minutos tardó en derrumbarse de un solo golpe todo eso. El equipo se vio entrar dormido frente a los japoneses y en el primer rechazo nipón, la defensa se hizo agua, se cometió penalti, se quedó con un jugador menos y con un gol en contra; todo en 180 segundos. Después fue remar contra la corriente durante 87 minutos de los que pocas conclusiones se pueden sacar. Muchas cosas para decir al respecto, teniendo en cuenta que se espera cuatro años para entrar en acción en una copa del mundo, como para que salgan con esta paupérrima puesta en escena.

Sin embargo, el fútbol da revancha y el equipo nacional la tuvo frente a los Polacos y aquí viene la reflexión que nos deja nuestra selección. Es de humanos equivocarse y en esa condición erramos todo el tiempo. Pero lo que es imperdonable es no aprender de ellos y usarlos como aprendizaje. Dice en algún libro que las personas que alcanzan grandes cosas en la vida no tienen la palabra fracaso en su diccionario, que para ellos solo existen los resultados, positivos o negativos y que de cada resultado sacan lo que suma y lo usan como provecho para un nuevo intento. Pues esta parece ser la filosofía que usó el profesor Pékerman y su equipo, porque salieron ante Polonia con dientes apretados, con la mejor actitud, a pelear cada balón, a doblar la marca en cada jugada, a hacer los relevos correspondientes en cada balón perdido, a luchar cada pelota como si de eso dependiera el partido. Y como era de esperarse ya que nada de lo que pasa es producto de la casualidad, y eso sí, sumando todo el talento que tienen por montones los muchachos de la selección, golearon 3-0 a un equipo Polaco deslucido en el terreno de juego que se despide de Rusia luego de encajar dos derrotas consecutivas.

Y aunque hay mucho más que analizar en este mundial, muchos momentos y aspectos más para sacar aprendizajes para la vida, me quedo con lo positivo, me quedo con los que se levantan de los momentos difíciles y no se quedan esperando a que el destino les sonría, sino que, a fuerza de trabajo, disciplina, estrategia y talento, hacen que su realidad cambie y le sacan una sonrisa a sus resultados, tanto en el fútbol, como en la vida. Al fin y al cabo y como diría un conocido filósofo colombiano, todo esto, es lo bonito del fútbol

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